Eduard me despertó con un beso, me levanté sobresaltada, deseando saber qué horas eran ya, si mi padre se enteraba que un chico había pasado la noche en mí habitación...—Tranquila, aún es temprano. —dijo, tranquilizándome. En efecto aún no había salido el sol.
Tumbados sobre la cama compartimos una sonrisa triste, él debía irse. Eduard no lo sabía, pero lo cierto era que cada vez que me despedía de él lo hacía como si fuera la última vez que lo vería, algo dentro de mi —la ansiedad, tal vez me decía que jamás lo volvería a ver, que alguien lo estaría esperando a la vuelta de la esquina para esposarlo.
Y ese sería el final.
Lo vi buscar sus pantalones y sudadera, y vestirse tranquilamente, volvió a la cama para besarme.
—Tengo que irme. —susurró muy cerca de mi.
—Lo sé.
—No, por favor, pequeña. No estés triste. —me pidió, abrazándome. —Florence...Quiero que tengas algo. —Su voz había cambiado, era más profunda y sería.
Fue hasta la puerta del balcón, donde su mochila se encontraba en el suelo, revolvió en su interior buscando algo. Saco un par de guantes negros para luego sacar un cuaderno, uno de sus cuadernos negros y volvió para entregármelo.
Tenía una mirada lejana, pero profunda. Sentí como si estuviese desprendiéndose de algo muy valioso y había un deje de nostalgia en ello.
—Sacándolo afuera es como puedes superarlo. Escribe. Si?
—Pero es tuyo, son las cosas que has escrito.
—Y por eso quiero que seas tú quien las tenga. Ahora me iré antes que se despierte tu padre. —dijo, y se colocó la capucha de la sudadera negra.
Me envolví en mis sábanas para levantarme y despedirme, Eduard me dio un suave beso y acarició mi mejilla un largo rato, le dediqué una suave sonrisa, tuve la sensación, mientras me acariciaba la mejilla con su pulgar, que quería memorizarse mi rostro para nunca olvidarlo, Eduard bajó por la ventana casi sin esforzarse, como si lo hubiese hecho muchas veces.
Cuando volví a la cama, su olor seguí estando ahí y eso me hizo senreir.
No lo entendí hasta después, que al darme su cuaderno estaba despidiéndose de mi. Esa era su forma de soltarlo. Ed lo tenía todo calculado, sabía que para esas alturas ya estaban pisándole los pies.
Ese fue el comienzo del fin, cuando retrocedo llego hasta este preciso momento, donde todo fue desmoronándose como un efecto dominó, cada pieza cayó por sí sola y las confidencias, los secretos, las promesas, la podredumbre, lo bueno y malo salió a flote de las agua turbias y profundas.
Siempre me pregunté..¿él lo sabía?
¿Sabía al verme a los ojos cuando se despidió vez esa mañana, que sería la última vez?
¿Y aún así pudo irse?
***
—Estoy lista para irme, papá. —dije mientras bajaba, como cada mañana mi padre me esperaba para irnos juntos, me dejaba en el instituto y el conducía hasta la tienda de libros, donde lo encontraba en la tarde después de clases para volver a casa, pero esta vez él no se levantó de su sofá, Estaba desconcertado viendo las noticias, su ceño estaba fruncido con mirada de horror.
Estaba a punto de reprocharle a mi padre su tardanza de no ser porque las palabras de la reportera capturaron mi atención.
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Petirrojo
Mystery / ThrillerFlorence está obsesionada con el asesino serial apodado Petirrojo, lee sobre él en foros de misterio, su forma de actuar es fría, calculadora es inteligente y escurridizo, su firma personal: un petirrojo que dibuja con la sangre de sus víctimas. La...