Parte 9

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Eduard había conocido a Roger, su jefe, hacía un tiempo cuando le vendió un arma ilegalmente.

Era un tipo agradable que sea había aislado de la ciudad para vivir tranquilamente en el bosque, tenía alrededor de 30 años, corpulento cuerpo digno de un lechados y de una espectacular barba de la cual estaba muy orgulloso, era el tipo de hombre con el que se podía hablar de cualquier cosa porque jamás te juzgaría, a lo mejor por eso Ed se llevó tan bien con él desde el minuto uno, después de la venta del arma Roger lo invitaría a una cerveza en su porche y con el tiempo comenzó a ayudarlo en su carpintería. Roger talaba árboles y vendía madera, también fabricaba hermosos muebles de madera.

No sé qué tipo de negocios tenía Roger por las noches, pero por el día era dueño de la más grande y conocía Carpintería de Middleton, y ahí con Roger y su esposa Gladis; Ed y yo si que podíamos ser una pareja de novios convencionales.

-Hay limitaciones, por supuesto que las hay, ir al cine, o caminar de la mano por el pueblo nos esta expresamente prohibido. -me quejé con Gladis mientras hacíamos sándwiches. Ella me escuchaba atentamente mi monólogo desde hacía un cuarto de hora. Asintiendo.

-...¿presentarnos a nuestros padres? Eduard no tiene familia y no quiere que la mía me relacioné con él, de hecho, no quiere que nadie me relacione con el. Cuando me recoge en el instituto, lo hace en su moto y solo con su casco puesto.

Ella negó haciendo una mueca triste.

-Te entiendo, no puedes hacer con Eduard las cosas sencillas que jóvenes como ustedes deberían poder hacer libremente.

-¡Exacto! -dije dándole las gracias por entenderme. -...Pero Sabes, Ed lo recompensa con otras actividades en la cabaña.

Gladis soltó una risita pícara.

-Me refiero a bailar, o leer, las citas románticas que es hace para mí en la cabaña. -agregué rápidamente, con mis mejillas calientes.

-Claro, Claro. -su risa no se esfumó. Volvimos a concentrarnos en la comida.

-A veces lo miro y siento que no necesito hacer todas esas cosas, que me basta si solo estamos él y yo en una habitación, jamás nos quedamos sin tema de conversación y las risas...la verdad es que nos divertimos más estando solos.

-Escúchame linda, si Roger no me hubiese dicho que Ed tiene problemas con la ley por los pequeños delitos que cometió en su adolescencia, jamás lo hubiera notado. Es uno de los chicos más educados y respetuosos que he conocido. Es todo un caballero inteligente y apuesto. Es uno de lo buenos. Pero creo que se castiga muy duramente por sus errores del pasado.

Sonreí asintiendo, aunque fue una sonrisa triste.

Cuando Ed volvió a la cocina me ayudo a guardar la comida en una cesta una vez terminamos de prepararla porque era la sorpresa que me tenía, quería mostrarme lo que había estado construyendo, así que me invitó a almorzar y tener un día de picnic en el bosque.

-No quieres que en el pueblo se den cuenta que somos novios, verdad Eduard? ¿De quien me ocultas? -bromeé, mientras avanzábamos tomados de la mano hacia a las mesitas de madera que había construido, Eduard llevaba nuestra cesta de comida.

Si expresión era de enfado y condición por mi comentario tan repentino, pero es que mi conversación con Gladis me dejó pensando en muchas cosas.

-No quiero que te metas en ningún problema por mi, Florence. Fue una regla personal que me exigui, al decidir que quería estar contigo.

Fruncí el ceño, desconcertada.

-¿Una regla personal? Así que te impones reglas, eh? ¿De qué otras reglas personales no me he enterado?

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