Parte 16

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Cinco años después




Es curioso como el canto de los pájaros se siente lúgubre en los cementerios. El lugar donde Ariana Preston descansaba era hermoso, se trataba de un bello jardín entre árboles y flores.

El clima ese día era frío, había llovido la noche anterior y el aire era húmedo, el lugar estaba bastante vacío y los pájaros cantaban melancólicos rellenando el silencio.

Había visitado a Ari cada año para el día de su aniversario, para recordar; lo que fue y lo que yo fui, porque una parte de mi también yacía ahí, y había ido cada año para llorar.

Eduard, aunque aún siguiera con vida, se había ido hacía tantos años para mi Me había obligado a mi misma a seguir adelante, este  era el único día en que me permitía recordarlo. Recordarnos.

Después del juicio, no hubo nada que quisiera más que abandonar Middleton, porque no había nada peor que la miradas  de compasión de las personas.

Mi salida del pueblo ni siquiera fue premeditada, la decisión estaba tomada desde que salí del juicio, regresé a casa evitando las miradas y las preguntas.

Tomé mis pertenencias más importantes que cabían en una mochila, esto me recordó al equipaje liviano que solía llevar Eduard, ahí entendí porqué lo hacía, las verdaderas cargas las llevaba dentro de mi, serían mis compañeras durante mi solitario viaje.

Salí del pueblo ese mismo día sin mirar atrás, las palabras del juez resonaban en mi cabeza: pena de muerte, iban a darle una inyección letal, y mi cerebro apenas lograba digerir esto, aun no lo entendía exactamente, y esa última profunda mirada de Eduard...y mi grito desgarrador sonaban en mi cabeza, eso era mejor que el silencio. Todo era mejor que el silencio.

Los días posteriores, no salí de cama, las cortinas permanecían cerradas todo el día porque no me importaba ya saber si era de día o de noche, lloré durante largos meses, me había convertido en un fantasma, en algo que solía estar vivo, fácilmente hubiera podido contemplar la muerte, porque ya no me asustaba morir, lo único que me asustaba era la persona muerta en vida en la que me había convertido, aunque irónicamente había vida creciendo dentro de mi.

Me gusta pensar que eso también fue parte del plan de Eduard, darme una parte de él al final.

—"yo siempre estaré contigo. Flo."

La estatua de la que Eduard me había hablado estaba ahí, era un bello Ángel recostado sobre sus brazos, lo contemplé comprendiendo su dolor en silencio. Había una sorprendente cantidad de cosas muertas que yacían simbólicamente en la tumba de Ari.

De pronto distinguí una silueta lejana que se aproximaba, me hizo salir de mis pensamientos, era la silueta de un hombre alto enfundado en una chaqueta larga y negra, caminaba lentamente en mi dirección. Las lápidas estaban a una considerable distancia unas de otras, y este hombre definitivamente se dirigía hacia la lápida de Ari, hasta que se percató de mi presencia y detuvo su andar. Me miró sin expresión alguna, y lo reconocí en el acto.

El señor Arauz dudó un segundo, pero luego avanzó hacia mi a paso lento; sin decir una palabra, se detuvo a mi lado, ambos contemplamos el Ángel en silencio.

No había cambiado mucho desde la última vez que lo vi en el juicio, era un hombre joven, alto bastante serio y amable. Recordé la primera vez que lo conocí la noche en que nos arrestaron en el motel, lo primero que hizo cuando entró a la sala de interrogación fue pedirme una disculpa por haberme lastimado en el arresto, y acto seguido retiró mis esposas. Desde el inicio supo que solo era una víctima más de Ed.

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