Parte 11

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Esa noche había algo en el ambiente, había estado estado dando vueltas en mi cama durante horas, hasta la madrugada, podía ver el cielo relampagueando por la ventana de mi habitación en penumbras, la llovizna era suave afuera, era una pacífica lluvia que acariciaba el cristal de mi ventana pero sabía que pronto caería una tormenta y no quería estar sola cuando eso sucediera, por ese motivo le había escrito a Eduard que me acompañara.

Pero habían pasado dos horas desde mi mensaje, y mis dudas, sospechas y temores se hacían enormes.

No hubo una respuesta sino hasta en la madrugada.

estoy frente a tu ventana.

Salté en seguida de la cama para asomarme a la ventana y en efecto, estaba ahí.

Distinguí su silueta encapuchada en el patio trasero de mi casa. Eduard debió saltar la cerca y bordeado la casa hasta llegar al patio trasero y estaba ahí, ligeramente empapado por la lluvia.

Me alejé y rápidamente me puse a buscar algo con que cubrirme para salir, porque solo llevaba puesta una camiseta y mis bragas, cuando Eduard advirtiendo mi siguiente movimiento me escribió.

No salgas. Estaré contigo en un minuto. 

Volví entonces a la ventana y para mi sorpresa la silueta encapuchada estaba detrás del cristal, en mi balcón, Eduard había escalado sin dificultar alguna y yo solo me había quedado congelada en medio de la habitación por su súbita aparición.

Eduard señaló con un dedo el pasador de la puerta y solo entonces salí de mi asombro.

Quité el seguro y al abrir  una brisa húmeda me recibió, Eduard entró rápidamente y cerró tras de sí.

Bajo el gorro de su sudadera y distinguí su inconfundible mirada y un asomo de sonrisa en su rostro.

Estaba feliz de tenerlo ahí. Tuve que ponerme en puntitas para lograr rodearlo por el cuello, enseguida ropa mojada me hizo cortar mi abrazo.

—Estás mojado. —observé, tome entonces su mano, estaba alarmantemente fría. —Eduard ¡estás temblando!

—Y tú estás tan tibia. —Habló sobre mi oído, frotando su rostro sobre mi cuello y entre mi cabello como un felino que busca afecto.

Su respiración sobre mi piel envió señales a todo mi cuerpo, mi piel se erizó.

—Necesitas meterme a mi cama. —dije.
Me tomó por la cintura, y presionó sus helados labios sobre los mios. Su beso estaba lleno de deseo.

Tomé el borde de su sudadera negra con dedos temblorosos me deshice ella, seguí con su camiseta, el elevó sus brazos para
Podérsela sacar, revelando su pálido dorso desnudo, Ed solo me observaba en la oscuridad de mi habitación con esa mirada dura y penetrante que me derretía, mordí mis labios, por que tener la presencia del hombre de metro ochenta al que amaba, en mi habitación me era insoportablemente exquisita.

Eduard retiró su largo cabello negro húmedo hacia atrás y se acercó a mi para para susurrarme.

—¿Sabes? Mis pantalones también están húmedos. —gruñó con voz ronca.

La adrenalina estaba corriendo por mi cuerpo y corazón estaba a palpitando a mil por hora en un segundo, algo que solo él podía conseguir.

Eliminé nuestra distancia y capturé los suaves labios de Eduard en un beso lleno de deseo. Él acarició mis piernas subiendo sus manos dentro de mi camiseta, y mi cintura y espalda recibieron todas sus caricias, mi cuerpo pedía más de él, sin dejar de besarlo busqué el zíper de sus pantalones y él me ayudó a sacárselos con prisa.

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