Capítulo 35

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Recostada en la cama, mantengo mi vista fija hacia la lampara que se encuentra incrustada en el techo, el sonido de la puerta del baño me hace saber que él se acerca, aun así, mantengo mi posición. La luz de la lampara se apaga dejándonos sumidos en la oscuridad, él hace que gire hacia mi derecha siendo cuidadoso y mi espalda termina junto a su tórax y mi trasero en su pelvis. Quiero indagar acerca de lo que sucedió en la mansión Uchiha, el que Sasuke sujetara mi mano, y la mirada de aquel hombre. Aquella expresión de nostalgia mezclada con algo de enojo. Sasuke paso por su lado ignorando por completo el saludo de aquel hombre, sujetando mi mano con fuerza a tal punto de hacerme sentir dolor. Después subimos al auto, él parecía perdido en sus pensamientos, con los hombros tensos y la mandíbula apretada, no habló y tampoco fui capaz de preguntar.

-Le dije a Sasuke que mañana iras con él.

Mantengo mi mano aferrada a su brazo.

-Está bien -mencioné no tan convencida, aquel día vi que Sasuke e Ino parecían molestos y no deseo que los demás piensen que tengo algo que ver.

Siento una gran opresión en mi pecho, un sentimiento difícil de explicar que penetra con gran facilidad en mi cuerpo causándome desosiego. No creo que pueda dormir, por eso me giro y me acerco a su rostro. Él tiene los parpados cerrados, a pesar de eso corresponde a mi beso, su mano se desliza por debajo de mi blusa hasta alcanzar uno de mis pechos. Por lo general es Itachi quien toma la iniciativa, y es extraño ser la que empiece, temo su rechazo, aun así, él se encuentra correspondiendo y eso me causa algo de alivio. Algo menos en que pensar. Se posesiona sobre mí sin llegar a aplastarme y me pierdo en sus intensos ojos negros. Me gusta sentirme protegida, y con él descubrí lo que es estar con alguien sin alcohol o drogas de por medio. Los pensamientos se van a la deriva, me veo flotando en un mar infinito-ajena a todo lo que existe a mi alrededor.

-Olvide comprar preservativos -Paso mis brazos por su cuello y lo vuelvo a besar, él está siguiendo mi ritmo y eso nunca ha pasado, el sexo con él es duro e intenso, por eso solo quiero que continue, sin embargo, se aleja-. Espera.

Enciende la luz de la lampara que descansa en el techo, esta despeinado y desnudo. Agarra una toalla para cubrir su torso, y abandona la habitación, cubro mi desnudez con la sabana. Gotas de agua caen en el exterior. Esta lloviendo.

La puerta se abre y es inevitable no sorprenderme al verlo sujetando una caja de condones, y siento mucha vergüenza al caer en cuenta en lo obvio. Se los pidió a Sasuke.

Su cuerpo cubre el mío de nuevo y con su mano en mi mentón el beso en que apenas nuestras lenguas se tocaban desaparece, su lengua danzando con la mía me quita el aire y cuando se separa el jadeo que escapa de mi ser es inevitable. Se hunde en mí de una sola estocada, y eleva mis manos por encima de mi cabeza sujetándolas con fuerza, sus embestidas son feroces y agradezco estar lubricada lo suficiente para recibirlo.

***

Con la llegada de los exámenes las visitas al hospital para ver a Naruto se hicieron menos frecuentes, Menma decía que solía despertar un poco desorientado, por eso el médico prefería que sólo vea rostros familiares, aún no salía de cama pero la rehabilitación estaba logrando cosas positivas en él, al menos eso es lo que me decía Menma, y que cuando él pudiera usar una silla de ruedas seria trasladado a casa.

Estoy en el auto de Sasuke observando fijo por la ventana, viendo la cantidad de gotas de agua que se ciernen sobre la ciudad, sostengo con firmeza el celular en mi mano, el desconocido me ha dejado varios mensajes, incitandome a que vuelva a ver a esa mujer que me engendró.

Siempre que veo un mensaje dejado por ese desconocido me recuerda el estado en que se encuentra Naruto por su vil culpa, y una remolino de sentimientos de enojo e impotencia se adueñan de mí.

¿Quién eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora