0 1 8 ! p a r t y o o n g i

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Me quedé en las sombras, invisible para los mortales, observándolos en sus juergas como solía hacer en los viejos tiempos. La idea me hizo sonreír al recordar los murmullos que habían corrido entre la multitud sobre "la muerte acechando en las sombras". Tenían razón, siempre estaba vigilando. No por celos, sino por una perversa curiosidad al ver cómo estos mortales elegían pasar los preciosos momentos que se les habían concedido.


No esperaba encontrar a JiMin en un lugar como éste, un bar de vinos lleno de luz y repleto de turistas y mochileros desaliñados de todo el mundo. JiMin se encontraba entre dos chicas. La de pelo oscuro empujaba vasos de cerveza hacia él, pero cuando ella no miraba se los daba a quien se acercaba. No era un tonto, mi bibliotecario.


No sé cuánto tiempo esperé, pero la multitud se hizo progresivamente más ruidosa, al igual que la música. JiMin se había bebido el equivalente a una cerveza negra, y parecía estar buscando una forma de escapar de la conversación que mantenía con la chica de pelo oscuro. Creía reconocerla, pero no podía estar seguro. Alguien de la biblioteca, quizás. Y entonces ella giró la cabeza y se asomó a las sombras, sus ojos oscuros buscaron en la oscuridad mientras me miraba fijamente.


Las sombras que me rodeaban se intensificaron y los ojos de la chica se entrecerraron antes de apartar la mirada y servirse otro vaso de cerveza de la jarra aparentemente interminable que tenía en el codo. No había tocado ni una gota en todo el tiempo que llevaba observando, pero parecía decidida a emborrachar a JiMin.


¿Dónde la había visto antes?


Me concentré en la pareja y me centré en su conversación.


—Entonces, JiMin... háblame de ese tipo"—.La chica se inclinó hacia él y le tiró de la manga juguetonamente.


—¿Qué? ¿Qué tipo?


—Ya sabes qué tipo—, dijo ella. Vi cómo se deslizaba más cerca de él y le ponía en la mano un vaso de cerveza oscura transpirada. —El de los tatuajes...¿crees que está tatuado en todas partes? 


Hice una mueca y flexioné los dedos.


JiMin se rió y apartó su mano. 

—Esa es una pregunta tonta. Y sigo sin saber de qué estás hablando.


—Sabes exactamente de quién estoy hablando. Vittorio me dijo que es un mecenas de la biblioteca... muy rico, muy influyente. Muy sexy—, dijo con un guiño.


—Uhhh... supongo—, la voz de JiMin sonó recelosa, y sentí una pequeña punzada de placer ante su respuesta.


—No seas tímido, JiMin, puedes contarme.


—No hay nada que contar—, dijo.


Era mentira.


Dio un rápido sorbo a la cerveza y la apartó. La chica de pelo oscuro no pareció darse cuenta de que otra persona la recogía mientras giraban junto a la mesa.

𝖁𝖆𝖑𝖑𝖎𝖈𝖊𝖑𝖑𝖎𝖆𝖓𝖆 𝖎𝖓𝖊𝖋𝖆𝖇𝖑𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora