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La mirada de Christine fue la misma que cuando el fantasma le propuso que viviera con él; una mezcla de confusion, sorpresa, shock, desagrado y emoción. Claramente Erik esperaba aquella reacción basándose en la experiencia anterior, sin embargo había un tinte inusual en esta pues su propuesta, debía admitir el mismo, era mucho más extrema. Suavemente le acomodó a la joven el anillo en el dedo anular y está lo miró sin parpadear, asombrada en el exterior y aterrada sobre el progreso tan rápido que habían vivido. Suavemente asintió a su maestro quien rápidamente volvió a recluirse en su mente y su órgano, empezando a tocar una serie de notas dulces para la joven; notas que lentamente empezaban a evocar más que solo un puro y dulce amor; notas que con intensidad reflejaban la pasión y deseo del Fantasma respecto a algo.

La castaña solo podía observar aquella escena y deleitar sus oídos a medida que Erik tocaba con pasión y amor su órgano. La joven suavemente empezó a imaginar una letra para aquella musicalización, sonriendo al notar que está estaba llena de pasión, una pasión que las notas que Erik tocaba le generaban. Suavemente y con cierta pena empezó a expresar aquella lírica con su propia voz, en un canto dulce y deseoso; tanto como la música que la acompañaba. Aquel extraño dueto finalmente construía una pieza única que nunca más volverían a tocar debido a la espontaneidad del momento, sin embargo aquella pieza reflejaba la inusual conexión entre Christine y su estimado Ángel.

La música terminó con rapidez, aunque en realidad habían pasado varios minutos. Cuando terminaron, Erik se acomodó el cabello, el cual estaba ligeramente alborotado por la intensidad del momento, y se dispuso a caminar hacia la joven, colocándose tras ella y tomando su mano con dulzura y acariciando el anillo que ahora posaba en la mano de Christine y la adornaba de forma espléndida.

-Christine, ha llegado el momento. Pronto tu debut vendrá, y tú maestro quiere estar contigo en todo momento desde ahora, cuando debutes, y cuando seas una estrella. Confía en mí, y te convertiré en la más impresionante artista de todo el mundo. - Dijo suavemente Erik mientras suavemente llevaba su mano al rostro de la joven, buscando que ella lo mirase a los ojos.

La tensión sexual en aquel momento era absoluta. Erik deseaba abalanzarse a besar aquellos dulces labios y Christine, presa de la magia de su maestro, estaba dudosa de si acercarse lo suficiente. ¿Acaso era correcto que ella, que lo conocía en persona desde hacía tan poco, lo besara? Una señorita como ella no podía; no debía hacer eso. Su mirada, fija en la de Erik, suplicaba por aquel beso, sin embargo expresaba a su vez la duda que consumía a la joven. Suavemente Erik se fue acercando hasta que notó la duda en ella, por lo que rápidamente se alejó. La deseaba, pero no podía hacerle eso a la joven. No mientras su relación no se viera amenazada por alguien más.

Christine fue presa de la decepción cuando vio al fantasma alejarse y asintió ligeramente, como si aceptará que él no la besarse aunque lo quisiera. Suavemente tomó ambas manos del hombre y las puso sobre su propio vientre, buscando que Erik la abrazara ligeramente. Nada importaba, solo estar con aquel hombre, fuente de sus fantasías y de sus deseos más auténticos para aquel momento.

-Angel, ¿Por qué no puedo verte? ¿Qué hay tras la máscara? - La pregunta volvía, pero esta vez se sentía más de íntima que la primera vez. Erik solo consiguió tensarse y apretar a la joven ligeramente, sacándole un suspiro a la castaña dado a que la había tomado desprevenida.

-No necesitas, quieres o deseas saberlo, Ángel mío. Lo que hay tras mi máscara no es más que un pasado doloroso el cual no quiero que veas. - comentó sinceramente Erik, lo que sorprendió a la castaña. Christine solo asintió, notando la carga de miedo y dolor en las palabras del enmascarado.

-Entonces si no puedo saberlo... ¿Cuál es tu nombre, mi Ángel? - preguntó tímidamente la Daae, causando en Erik un ligero sonrojo dado a cuan tierna se veía su amada Christine. Suavemente apartó su mano derecha de ella y tomó la de la castaña, besándola dulcemente.

The Point of no Return | Phantom of the OperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora