El enmascarado estaba aún dando vueltas alrededor de su cueva y guarida, pensando profundamente en cómo ayudarse a sí mismo y a su amada Christine. Suponía, por la pura naturaleza del desgarrador grito que escuchó entre el Quinto Sótano, que Raoul buscaría venganza. Negar que los nervios eran un tema que consumía a Christine era como omitir su deformación al describirlo; imposible. El fantasma comenzó a caminar lentamente hacia su capa y sombrero, era momento de salir. Recordó que Christine aún estaba arriba y probablemente volvería con las noticias obvias que le aguardaban, así que prefirió sentarse, impaciente, a esperar a Christine.
La castaña arribó tras minutos al escondite de su amado, caminando con cuidado y con suma cautela. Sabía que Erik estaba en peligro, ¿cómo podía omitir decírselo al instante que lo viera? Era prioritario encontrarlo rápido. La joven descendió tan rápido como pudo, corriendo por los infinitos y oscuros túneles hasta llegar a la guarida. Allí halló a Erik, quien impaciente daba golpecitos al suelo. Aliviado de que ella llegara, fue con rapidez a sujetarla. Pudo sentir el cuerpo de Christine temblando ligeramente, desde que había dejado de ser bailarina había descuidado relativamente su capacidad pulmonar, así como la técnica para respirar, lo que la había dejado agotada.
-Erik... Raoul, ¡Raoul planea matarte! - Dijo la joven desconsolada, abrazando con fuerza al enmascarado. Suavemente se acercó a sus labios y le plantó un beso, tratando de no llorar; el contacto con Erik era un narcótico que frenaba su dolor y la esperanzaba.
-Lo sé. - Contestó el hombre, soltándola suavemente. Le sonrió cariñosamente y caminó hacia el lago, subiendo a la barca por la que Christine había llegado hacía unos minutos. - Ven, subiré. Tú debes quedarte a practicar, pero debes entregarle a los inútiles gerentes esto. - Rápidamente le entregó una carta, con su sello característico, y la tomó de la mano. Cuando Christine aceptó el encargo y se sentó, Erik comenzó a remar con premura.
Christine subió hacia la superficie con la dichosa carta, caminando por todo el teatro. La escolta que había para Raoul se había desvanecido, y aquella casa de Ópera estaba tan vacía como nunca antes la joven la había visto. Christine caminó hacia el escenario, y al ver que el ensayo había sido cancelado, lo supuso; todos sabían de la muerte de Philippe. La castaña entonces comenzó a caminar hacia la oficina de Firmin y André, buscando aquel despacho para entregarles la misiva. En su camino pudo escuchar voces suaves, murmurando y hablando con suavidad sobre los acontecimientos que había padecido aquel templo del arte.
-¡No podemos seguir así! Primero el incidente de Il Muto y ahora el Conde... Tenemos que hacer algo, Firmin. - Exclamó André, mirando desesperado a su compañero; Aquel firme hombre parecía loco, como si estuviera al borde del colapso.
-¿Y si es todo por culpa de sus exigencias? ¿Si pagamos y ponemos a Daee como principal podremos evitar más incidentes..? - Firmin cuestionó, empezando a caminar por la oficina. Christine pegó su oído a la puerta para escuchar toda la conversación.
-Pero no podemos... No tenemos un tenor de reemplazo, si Carlotta se va, Piangi también. ¡Solo tendremos producciones con mujeres! No podemos costearlo, no podemos. - Exclamó André mientras miraba hacia el techo, observando atento los bellos decorados de aquel despacho.
-Tenemos que deshacernos de la amenaza como sea, y matar a un fantasma no parece ideal. Necesitamos negociar con él cuanto antes... - Dijo Firmin, deteniéndose. Christine supuso que la conversación solo se iría a ambos hombres discutiendo cómo negociar, y ella sabía la respuesta; la tenía en la mano. Suavemente tocó la puerta y espero. -¡Pase! - Escuchó Christine del otro lado de la puerta.
-Buenas tardes, Messieurs. Me encontraba buscándolos, y en el camino encontré esto en el suelo. - Dijo la castaña con su expresión más inocente, tendiendo la carta; Firmin y André palidecieron y sin dudarlo le arrebataron la carta, abriendo el sobre para leerla.
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The Point of no Return | Phantom of the Opera
FanfictionA la tierna edad de 8 años, la pequeña Christine Daae perdió a su padre. Abandonada y con un vacío en su corazón, Christine llega a la Ópera Garnier dónde, bajo el cuidado de una -aun- joven mujer llamada Madame Giry. Con el desconsuelo de la perdid...