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Erik se había enfocado en tratar de rescatar a Chagny, muy a su pesar, ya que la bala que había llegado a Madame Giry solamente la había rozado, aunque su costado no dejará de sangrar. La mujer estaba ya en manos de Christine quien, como con Erik, se había dedicado a limpiar la herida tras rasgar su propio vestido debido a la urgencia de la misma. Puso presión sobre el costado de la mayor para frenar el abundante sangrado y con mucho esfuerzo finalmente lo había logrado. Todos tenían demasiadas preguntas, sin embargo no había tiempo real para ellas; no para muchas de las que en realidad poseían. Lentamente Erik se levantó, desatando el cuerpo del hombre y dirigiéndose hacia las dos mujeres quienes le miraban incrédulas; sabía bien que era tanto por la brutal golpiza, como porque estaba demasiado tranquilo; demasiado, tomando en cuenta que había arrojado a un hombre moribundo al agua y había causado su ahogo.

-¿Está bien, Madame? - Cuestionó Erik ignorando aquellas incómodas miradas, caminando hacia la mujer para revisar si respiraba y si su corazón latía, aunque esto era evidente.

-Lo estoy, Erik... - Dijo Giry, suspirando; ella era la menos sorprendida dado a que sabía de algunos eventos durante la infancia y pubertad de Erik, eventos que claramente reflejaban una psicopatía peligrosa y amenazadora. Erik nunca había expuesto tanto su ira desde hacía muchos años, demasiado como para contarlos. A pesar de que aquel hombre fuera dulce con ella y Christine, Giry conocía al lobo vestido de oveja.

.Afortunadamente no le dio de lleno, sino no podríamos contar la misma historia... - Dijo Christine al borde del llanto, tanto por su madre adoptiva como por el hermano de su estimado Raoul. Lo había conocido hacía poco, y ahora él yacía allí, muerto frente a ellos. Sus ojos en blanco; su cuerpo húmedo;, su otrora pulcra ropa, llena de sangre, polvo y barro; su boca abierta de par en par, con agua brotando de ella; su nariz, rota y sangrante; su cuello marcado por el lazo; y sus manos contraídas, con la forma en que sostuvo la pistola antes de morir. Aquella imagen se marcaría como con fuego en la mente de la joven.

Erik se quitó su capa y cubrió el cadáver, descubriendo que él mismo también tenía algunas cortadas y sangraba; algunas más de lo médicamente aceptable; decidió poner sus manos en las heridas más graves y miró a su amada Christine y a su protectora, sonriendo ligeramente mientras caminaba hacia ellas. ¿Cómo podía mantenerse tan tranquilo tras asesinar a un hombre cuyo único crimen había sido introducirse a la guarida? Después de todo, el disparo había sido consecuencia de aquella situación. Ni Christine ni la misma Giry querían pensarlo; sólo querían salir de allí. Los tres subieron al bote y Christine se dedicó a remar, pues Erik y Giry aún estaban lastimados; afortunadamente la joven pudo remar apropiadamente, ya que aunque era más difícil que lo que Erik solía remar, ella podía tocar el fondo del lago con el remo y así impulsarse mejor.

Philippe había quedado al otro lado de la orilla; Erik había tenido la precaución de llevarlo a un punto lejano de la casa, donde tuvieran que moverse por múltiples lugares para llegar a la casa; se había asegurado en su momento de que Garnier hiciera el lago tan grande como fuera posible. El Fantasma se aseguraría de que el cadáver del hombre fuese encontrado para sepultarle; al fin y al cabo aunque su vida no valiese nada desde su punto de vista, cualquier humano merecía digna sepultura.

Cuando llegaron a la casa del lago, Erik pudo vendar sus heridas y limpiarlas ligeramente con ayuda de Christine. Aquel lugar se había convertido en una especie de enfermería, acondicionando el sillón y la cama para acomodar a Erik y a Giry, pues aunque no estaban graves ciertamente las heridas podrían ser problemáticas; más si se infectaban. Cómo la única en perfecto estado, Christine se dedicó a cuidar de ambos.

-¿Desde cuándo sabe? - Preguntó la joven Daae, acercándose a Giry mientras revisaba su temperatura corporal. Sonrió y miró dulcemente a la de coleta, sentándose en la cama a un costado de la mujer.

The Point of no Return | Phantom of the OperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora