XV

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La campana de la Église de la Sainte Trinité había comenzado a sonar con potencia, marcando la llegada de la medianoche de aquel día de Invierno. La Ópera Garnier había quedado sumada en la oscuridad a causa del desalojo de los espectadores por parte del Ejército, y en las instalaciones no había más que los empleados que allí habitaran. La masiva París estaba en silencio, como si estuviese augurando el cruel destino que le sucedería a la construcción de Garnier.

El Vizconde de Chagny se encontraba en aquellos momentos caminando por el Grand Foyer. Los detalles dorados de la sala brillaban solamente por la luz emitida por la brillante luna que coronaba la grandiosa ciudad. Los suaves pasos de Raoul, quién se había encerrado en aquella grandiosa sala para poder pensar y procesar lo que había ocurrido hasta aquel momento, podían escucharse desde punta a punta de aquel magnífico espacio.

Uno, dos, tres golpes suaves causaron que Raoul frenase su paso ante la chimenea, pensando en la estrategia a seguir. De repente, un soldado abrió la única puerta que Raoul había dejado sin cerrojo del salón, la cerró y caminó lentamente hacia el hombre. Rápidamente, el soldado hizo el saludo militar en cuanto el Vizconde se volteó y le miró a los ojos.

— Teniente, me han informado de que no han habido movimientos. Quedaremos unos 20 hombres en el Palacio custodiando las entradas y haremos ronda cada hora por la Platea. ¿Está de acuerdo?

Raoul solamente asintió y suspiró, acercándose al hombre y poniendo su mano en su hombro.

— Soldado, tengan cuidado. Eviten disparar a menos que sea necesario, recuerden que hay muchas personas aquí que pueden deambular, pero son trabajadores y no son peligrosos. Dígale a los hombres que no se agoten y que en cuanto llegue la mañana podrán volver a sus hogares. — Comentó el Vizconde con una sonrisa en el rostro. Aquel gesto distaba mucho al estricto código militar que le habían enseñado a seguir; sobretodo por sus orígenes aristocráticos.

El soldado abandonó el Foyer y cerró la puerta a sus espaldas. Raoul entonces comenzó de nuevo a caminar, dando vueltas por aquel maravilloso salón. Su mirada trataba de fijarse en la inmensa oscuridad a su alrededor; tanta penumbra le generaba incomodidad, sin embargo era un ambiente calmado que le permitía pensar con tranquilidad sin exponerse a qué su mente se bloqueará.

Uno, dos, tres pasos. En cuanto Raoul llegó al extremo del Foyer opuesto a la chimenea, el fuego chispeante de esta de vió interrumpido por un gélido viento que inundó el salón y causó escalofríos al Vizconde. Las ventanas que daban al balcón del Foyer estaban abiertas de par en par, y el viento desde el sur golpeaba ferozmente el salón. Raoul corrió a cerrar de inmediato las puertas y en cuanto finalizó con la última escuchó el suelo crujir a unos pasos detrás suyo, justo donde estaba la puerta desbloqueada. Suavemente Raoul caminó en dirección a la misma y llevó su mano a su cintura, dónde portaba su sable de oficial.

El joven Vizconde no sé dió cuenta del peligro hasta que sintió cómo una rugosa cuerda sujetaba su cuello por detrás y lo jalaba ferozmente hacia la puerta. Raoul empezó a sentir un escalofrío por su cuerpo y su mente colapsó por unos segundos; sentía su piel rasparse ante aquella textura y el oxígeno cortarse en su camino a su ser; sin embargo, el vizconde recurrió a lo más básico que su instinto le indicaba; golpear hacia atrás. Consiguió dar un codazo al perpetrador del atentado y en medio de la oscuridad pudo notar el blanco brillo de la porcelana iluminada por la luna.

El Fantasma había fallado en su primer intento, pues preso de la ira había descuidado el resto del cuerpo del Vizconde y se había enfocado exclusivamente en ahorcarlo; de este modo, había soltado la cuerda cuando Raoul consiguió arremeter contra sus costillas. El enmascarado no iba a parar su lucha, por lo que rápidamente sujetó su cinturón y extrajo de este un fino sable adornado con grabados invisibles en la oscuridad y una guarda que simulaba un esqueleto.

The Point of no Return | Phantom of the OperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora