8.La hermana que nunca tuve

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Aquella mañana Madison seguía dormida, lo cual era raro, Blanda pensó que estaba realmente cansada, y que si no era eso, debía de haberle costado dormir. Últimamente podía notar cómo aparecian medias lunas en la cuenca de sus ojos, se preguntaba que, de ser así, qué era lo que le quitaba el sueño. Desayunó tranquilamente mientras esperaba que ésta se despertara, al ver que no lo hacía, y teniendo el tiempo justo para lavarse los dientes, fue hasta su habitación y le dió un beso en la frente, ahora que la conocía sentía la necesidad de despedirse de ella, de hacerle saber que aunque fuesen a estar unas horas separadas, la echaría de menos, cómo cuando un niño se despide de su madre antes de entrar al colegio. En su camino hacia el metro se topó con Brandon, por lo que ambos fueron juntos a la Universidad. Mientras tanto, charlaron animadamente.

—Y bien, ¿cómo te van los estudios, enana?

—Genial, ya sabes que soy buena en lo que me gusta, por lo que no tengo que hacer grandes esfuerzos. ¿Qué tal te va a ti?

—Bueno, este semestre se me está haciendo un poco cuesta arriba, pero ya sabes, nada que no pueda solucionar —sonrió éste, mirándola, frunciendo el ceño, podía notar que algo la inquietaba—. Hmm, pareces preocupada, ¿ocurre algo que deba saber?

—A mí no me ocurre nada, a Maddie no sé, desde el lunes la veo rara, no sé, como desganada, preocupada, no sabría muy bien cómo explicártelo, pero por ejemplo, ella se despierta siempre antes que yo, y casi siempre está alegre. En cambio desde aquel día no he vuelto a verla sonreír, de hecho me he percatado de que le han salido ojeras, y desde que está aquí es la primera vez que se las veo. Quizás le cueste dormir por algo, o se sienta mal por cualquier cosa —suspiró—.

—¿Crees que tenga algo que ver con la 'desaparición' de mi primo? Digo, todos fuimos testigos de aquella fiesta y de cómo habían bailado, yo no sé tú, pero yo entre ellos vi como una especie de feeling, y después se marchó sin más, ¿sabes a lo que me refiero, no? —preguntó, sujetando a Blanda de la barbilla para que lo mirase, pues ésta ahora tenía la cabeza gacha—.

—Sí, sé a lo que te refieres, no sé si feeling, pero de que hay tensión, la hay, de todas formas no creo que sea por eso, debe ser algo mayor, por mucho que sienta algo por tu primo, suponiendo que lo hiciera, dudo que estuviese así sólo por eso, si te pones a pensarlo, de los tres es al que menos conoce, y eso ya es decir, ya sabes cómo es Cedric, y aún así, lo conoce mucho mejor —pronunció mientras ambos salían de la boca de metro en dirección a sus respectivos campus, detrás, Joseph les pisaba los talones, éste, al darse cuenta de que estaban conversando, optó por no hacerles saber que andaba justo detrás de ellos, pues así podría oír lo que estaban diciendo—.

—¿Entonces qué crees que es? —preguntó Brandon, en parte preocupado por ambas chicas—.

—No lo sé muy bien, pero la miro y es como si ella sintiese que ya no pertenece aquí, que su vida está en Rhode Island, y sabes, tengo miedo... —suspiró nuevamente, mirando a su amigo—.

—Cuéntame ése miedo tuyo —Brandon la abrazó, pues podía sentir que ella realmente estaba preocupada y a su vez un poco triste. Nada más escuchar la mención de aquella ciudad, Joseph comprendió de quién se trataba, por lo que agudizó sus oídos, le gustase o no, aquello de alguna forma u otra también era de su incumbencia—.

—Imagínate que yo estuviese en lo cierto, ¿qué pasa si decide irse de aquí?, ¿qué pasaría si finalmente lo hiciera? Puedes llamarme sensiblona, pero desde que la conozco he dejado de sentirme tan sola, hasta tal punto de olvidar que aquí yo también tengo familia, he dejado de ir a visitar a mis tíos, y todo ha sido desde que está aquí. De repente, un buen día, me encontraba sola y ella apareció. ¿Sabes? No me gusta venir a clase sin antes despedirme de ella con un beso en la mejilla, porque cuando me voy la echo de menos. Digamos que se ha convertido en la hermana mayor que nunca tuve, y la verdad, le he cogido mucho cariño. No quiero que se vaya, Brandon... —al decir eso último, a Blanda se le llenaron sus ojos color café de lágrimas. Brandon la abrazó con fuerza y trató de calmarla, no creía que Maddie fuese capaz de dejarla, pues ambas habían tenido un vínculo muy fuerte casi desde el primer momento. Tras escuchar con claridad todo lo que su amiga acababa de decir, Joseph se encaminó a paso ligero hasta su campus, no quería seguir escuchando aquello y tampoco quería que Blanda llorase, ¿a quién le gusta ver a un amigo mal? Pero tampoco podía mentir; aquello no le gustaba, como tampoco le gustaba la idea de que Madison se marchase del pueblo.

Mi destino eras tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora