13.Primeras señales

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Los pequeños rayos de luz solar que entraban a raudales por la ventana e iluminaban el rostro de Madison, hicieron que ésta se despertara. Abrió los ojos lentamente, se pasó los puños por éstos y miró el lugar un par de minutos, tratando de averiguar cómo había llegado allí. Lo último que recordaba era que estaba en el hospital con Joseph y ahora estaba en su habitación. "¿Cómo habré llegado aquí?", se preguntó incapaz de arrojar luz al asunto. Tenía un sabor amargo y nada agradable en la boca, por lo que se espabiló, y salió de su habitación para encaminarse hasta el baño y lavarse los dientes. Blanda ya estaba arreglada, preparando su desayuno en la cocina. Madison, al escuchar ruido, fue hasta el salón una vez había salido del baño.

—Vaya, buenos días, bella durmiente —dijo Blanda con una leve risita en sus labios.

—Buenos días, pequeña  —Madison bostezó y se sentó en la mesa una vez su compañera se había sentado.

—Pareces cansada  —comentó.

—¿De veras? Supongo que el día de ayer fue mucho más ajetreado de lo que me esperaba  —se encogió de hombros y miró a Blanda ladeando la cabeza hacia un lado—. ¿Sabes? No recuerdo cómo llegué aquí, lo último que recuerdo es estar en el hospital con...

—Joseph, él te trajo hasta aquí, en brazos además —la interrumpió—. Tú estabas profundamente dormida. Tienes suerte, cualquier otro chico no se habría tomado tantas molestias, en su lugar, te habría despertado de la peor forma posible  y te habría sugerido no muy sutilmente que te debías marchar ya a casa. En cambio él se las ingenió para traerte hasta aquí, Dios sabe cómo, logró que no te despertaras y siguieras cómoda en sus brazos, ¿encantador, verdad? —la miró con una sonrisa. Madison se quedó en silencio, luego se dispuso a hablar—.

—Entonces debí quedarme dormida en el hospital... ¿De verdad me trajo en brazos? —preguntó curiosa, al imaginárselo no pudo reprimir una sonrisita. Blanda desayunaba su tazón de cereales, el estómago de Madison rugió sonoramente—.

—Ajá, ¿cómo esperabas que te trajese sino? ¿Sonámbula?  —bromeó. La miró divertida al percatarse del estruendoso ruido de sus tripas—. Parece que alguien tiene hambre.

—Pues sí, anoche no cené nada...

—Creía que habías cenado cualquier cosa con Joseph en el hospital  —la miró frunciendo el ceño.

—No, lo cierto es que no... Creo recordar que Brandon tampoco comió nada, a menos que lo hiciese al llegar a casa. Debería comer algo, me muero de hambre.

—Y de hecho yo te ordeno que lo hagas  —replicó.

—Está bien, pero antes... ¿tienes el número de Joseph? En todo este tiempo jamás se lo pedí, y él tampoco a mí...

—Sí, ahora mismo te lo envio  —Blanda cogió el móvil y le pasó el contacto por WhatsApp.

—Gracias, necesito hablar con él. Al menos para disculparme por haberme quedado dormida y darle las gracias, es lo de menos, ¿no crees?

—Ya lo creo que sí. Por cierto, ¿cómo están los Lawler?  —se apresuró a decir. Madison suspiró.

—No todo lo bien que deberían estar. Su padre está en coma, pero además, hay posibilidad de que su madre pierda la memoria, eso implica que no le reconocerá, mientras que su hermano está recuperándose allí, tiene la pierna y el brazo escayolados, y unas cuantas heridas y quemaduras. El doctor dijo literalmente que la sillita lo había salvado, o al menos eso entendí  —aquello a Blanda pareció aterrarle o recordarle algo  por la expresión de su cara.

Mi destino eras tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora