6.Celos

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Ya habían pasado dos semanas desde que Madison vivía en Roslyn, tuvo que abandonar el hotel e irse a vivir con su nueva compañera de piso y amiga Blanda, ésta insistió en que no debía pagarle nada hasta que encontrase un trabajo, ella se negó rotundamente, y a pesar de tener el dinero justo para subsistir, le pagó la mitad del alquiler y un adelanto para el mes siguiente por si no lograba encontrar nada. Ambas llegaron a un acuerdo; mientras la rubia iba a estudiar a la Universidad, ella se iría gran parte de la mañana a buscar trabajo, al llegar de aquello, preparía el almuerzo y ordenaría un poco la casa. Por su parte, Blanda se encargaba de limpiar los platos y ambas se turnarían para ir limpiando su hogar. En la noche, si a Blanda no le tocaba trabajar en la hamburguesería, habían decidido que ambas prepararían la cena, a su vez, juntas harían la lista de la compra e irían al supermercado.

Aquella noche Madison había salido a dar un paseo, pues necesitaba caminar sola mientras pensaba en todo lo que estaba viviendo a la vez que el frío y enfurecido viento rompía sobre sus mejillas. Mientras tanto, Blanda organizaba una fiesta sorpresa para cuando llegase, había planeado con los chicos darle una bienvenida como se merecía, con una buena fiesta, en parte, para que se sintiera cómoda y viese que, aunque no se conocían demasiado, la apreciaban y querían agradarla. En realidad, el único al que le daba más bien igual aquello era Cedric, pero aún así accedió a la invitación de la rubia. En cuánto Madison salió por la puerta, Blanda llamó a los chicos para que fueran hasta allí, éstos fueron llegando rápidamente, primero Joseph, luego Cedric y por último Brandon. Madison paró frente a un lugar del pueblo al que había decidido nombrar como favorito, se encontraba observando el parque que había repleto de árboles, flores y yerbajos, le apasionaba imaginar todo tipo de historias fantásticas, se preguntaba si las hadas, amantes de la naturaleza, despertarían allí a esa hora de la noche e iluminarían el oscuro follaje entre gráciles cantos y bailes. Le apasionaba todo lo desconocido, aunque, depende de qué, también le aterrorizaba. De repente sintió un frío helar sus huesos, por lo que decidió volver a casa a paso ligero. Cuando llegó, suspiró y abrió la puerta, al encontrarse la casa totalmente oscura, por alguna extraña razón, se asustó. Caminó hasta el gran salón y fue entonces cuando Blanda salió de su escondite con un cupcake que había hecho y decorado ella misma. Madison se preguntó el por qué de aquello, pero antes de poder formular su pregunta, ésta comenzó a hablar con una gran sonrisa.

¡Bienvenida a tu nuevo hogar! Disfruta de tu pequeña fiesta —dijo, ofreciéndole el pequeño dulce a su compañera—.

¿Todo esto lo has hecho sólo para eso? —preguntó Madison con una sonrisa, contenta y algo descolocada por aquel recibimiento. Vio que allí estaban los chicos, así que saludó con su mano libre, pues había cogido muy gustosamente aquel cupcake—. Muchas gracias, en serio, no tenías por qué, quiero decir...teníais por qué —se encogió de hombros—.

Bienvenida pequeña, espero que aquí al menos logres ser feliz, ya sabes que puedes contar conmigo —se apresuró a decir Brandon con una sonrisa, mientras se acercaba para abrazarla—.

Gracias, muchas gracias, no sabes lo que eso significa para mí —susurró, depositando el pequeño regalo culinario sobre la mesa, para aceptar aquel abrazo. Joseph los observó con cierta desgana mientras esperaba que la soltase para darle la bienvenida. Éste se acercó mientras ambos se iban separando y Madison le dedicó una sonrisa—.

Bienvenida, espero que te sientas cómoda aquí y no molestes demasiado a Blanda —bromeó aunque con el rostro serio e impasible—.

Tranquilo, trataré de no ser demasiado bruja. Pero gracias... —a ella le pareció que aquella bienvenida no tenía ni un sólo ápice de calidez, sino más bien todo lo contrario, sintió que había sido fría y que había empleado eso último para suavizarlo—.

Mi destino eras tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora