XXVIII: Nada mas de que preocuparse

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Sara se arrojó al lado de Franco, con los ojos llenos de lágrimas, ayudó a Oscar a tapar la herida, la cual por suerte, no era tan grave, o al menos eso era lo que Sarita podía pensar al verla.

-Mi amor, tranquilo –Dijo Sara acariciando el rostro de Franco- vas a estar bien

Sara, más que hablarle a Franco, estaba tratando de convencerse a sí misma de que todo estaría bien.

No podría soportar perderlo, no ahora, cuando por fin lo había recuperado.

-Tranquila –susurró Franco- no te vas a deshacer tan rápido de mí, señora Reyes

Sarita río entre lágrimas, Franco Reyes era la única persona capaz de sacarle una sonrisa en situaciones como esta.

La mayor de las Elizondo apretó con fuerza la mano de su marido, intentando transmitirle fuerzas, asegurándole que no se apartaría de su lado.

Sara en el fondo de su corazón, sabía que Franco estaría bien.

Andrés salió de su estado de shock y llamó inmediatamente a la policía, mientras rogaba que no le sucediese nada a Rosario, Andrés sabía que su madre era una persona muy fuerte, y que era capaz de todo por defender a su familia, pero ella jamás se perdonaría haber matado a alguien, así ese alguien fuese su peor enemiga.

La policía llegó junto a las ambulancias para trasladar a los tres heridos, mientras los acomodaban en las camillas para trasladarlos, Albín se acercó a Andrés, que estaba junto a Sara

-Andrés sé que es un momento difícil pero, necesito que me acompañes a buscar esos documentos y a la policía para aclarar este asunto, ¿te sientes en condiciones?

Andrés asintió y miró a su mamá

-¿Puedes con papá sola?

-Claro que si mi amor, tu papá va a estar bien –Le aseguró Sara con una sonrisa- no te preocupes-

Andrés subió a la casa de Rosario junto a Albín y un par de oficiales, mientras Sara se subía a la ambulancia junto a Franco, y Oscar los seguía detrás con el auto.

-¿Estará bien? –Preguntó Sara-

-Estoy segura de que si, no se preocupe –le sonrió una de las dos médicas que lo estaban atendiendo-

Sara intentó pensar positivamente, mientras sostenía la mano de Franco, no la soltó en todo el camino hacia el hospital de San Marcos, el cual por suerte, era corto.

{...}

Oscar se bajó del auto y corrió hacia la sala de espera, allí vio a Sarita sentada, hablando con alguien por teléfono

-Cuñada –Dijo acercándose- ¿Cómo está el flaco?

Sara se levantó de su asiento y suspiró antes de responder a Oscar.

-Lo acaban de ingresar, no lo sabremos hasta dentro de un rato pero confió en que estará bien

Oscar notó que Sara estaba intentando mantener la calma, pero sus ojos reflejaban el miedo que sentía, Oscar estrechó a su cuñada entre sus brazos, dejando que se desahogue en él. Sara no demoró en hacerlo, comenzó a sollozar, dejando unas pequeñas manchas de rímel en la camisa de su cuñado.

A pesar de que su corazón le gritase que todo estaría bien, Sara no podía evitar sentir miedo

-No quiero perderlo otra vez – susurró entre sollozos-

-Sara, no lo vas a perder –le aseguró Oscar- mi hermano no ha soportado todo lo que ha soportado para dejarse vencer por una simple bala, ya verás que en unos días lo tienes en casa volviéndote loca como siempre

What you left behind {Sarita y Franco- Pasión de Gavilanes}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora