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Unos brazos me envuelven y me levantan, yo río al reconocer el olor. El perfume que fue un regalo de Ámbar y que, al final, le terminó gustando tanto que él mismo se comenzó a comprar el mismo aroma.

—¡Simón!

—Hey, Luna —me suelta y me mira, me despeina un poco. —¿Vamos?

—¿Eh?

—Vamos con los chicos a patinar, tonta, nos están esperando.

Asiento emocionada. —¡Vamos!

Corro a mi cuarto por los patines y siento que esta vez el cambio no fue raro.. fue como si esto ya lo estuviera viviendo. Saludo a mamá y papá al salir del cuarto y choco los cinco con Amanda al salir a la sala.

Eso se sintió raro. Claro, la otra Amanda es un ogro y aquí es un panda adorable. Simón me toma de la mano al verme salir con los patines y la mochila y salimos corriendo al auto que nos espera para ir al Roller.

Ahora que lo pienso.. Si hay una copia de cada uno en mi vida como Sol.. ¿Cómo sería Simón? ¿Sería amable?

Sería completamente lo contrario, definitivamente. Pero no me lo puedo imaginar... su sonrisa tan contagiosa, sus hoyuelos y su pelo despeinado cubierto por un gorrito de lana y la púa de guitarra colgando de su cuello hacen a mi amigo tan característico que nadie puede no reconocerlo ni no quedar encantado con su forma de ser.

Sonrío divertida mientras me apoyo en su hombro, él tiene el celular en la mano y les escribe a los chicos que ya estamos en camino.

—Lu, ¿nos ayudas para hacerle una sorpresa a Ambi por su cumple, cierto?

Lo miro. —¡Claro que sí! ¿Qué tienes pensado?

—Armar algo pequeño en el jardín de la mansión, y tenemos que tenerla fuera para hacerlo. —asiento.

—Con eso puedo ayudar, mamá y yo la podemos sacar.

—¡Perfecto!

No puedo evitar pensar que estuve enamorada de él, pero no en el mal sentido. Es el ejemplo de chico ejemplar e ideal, se fue de México tan solo por mí y pasamos mil cosas juntos. A pesar de todo, estoy muy feliz de que esté con Ámbar... se nota que se complementan de una manera única, tienen esa química que Mateo y yo tenemos.

Llegamos al Roller y nos vamos directo a la pista, los chicos están conversando y patinando entre ellos. Ámbar frena y se acerca a Simón al vernos entrar. Me abraza y luego besa en la mejilla a mi amigo.

—Por fin llegan, creímos que se habían quedado dormidos.

—¿Yo? Ella, más bien. —Simón me señala, yo río.

—me siento ofendida. —le quito mis patines y me siento para ponérmelos, mientras que Simón sigue hablando con Ambi.

—Buenas tardes, chica Delivery. —escucho su voz tras mío.

—Buenas tardes, Chico Fresa. —respondo mientras termino de amarrar los patines.

—¿Gustaría usted señorita patinar conmigo? —levanto la mirada y está frente a mi, tendiendome la mano. La tomo, besa mi mejilla y nos dirigimos a la pista.

—Claro que sí, estimado caballero.

Patinamos esquivando a los chicos, molestando a algunos y a la vez, conversando. Mateo me vuelve a comentar lo mismo que me dijo Simón, y respondo que igualmente los voy a ayudar. Ámbar es mi prima y sé que merece algo lindo por su cumpleaños.

Mateo se acerca a Gastón y yo patino sola hasta que encuentro a Nina, a quien abrazo y ella sonríe.

—Eu, amiga, has estado ida todos los días. ¿te sientes bien?

—Me vas a llamar loca si te cuento.

—Es lo de tu sueño de nuevo, ¿cierto? —no hace falta que asienta, ella entiende mi silencio como una afirmación.

—Ahora la cosa está peor. Desperté en la enfermería con Michel, tú y Ámbar mirándome... estoy en casa porque Lili no quiere que salga, y siento que ella tiene un favoritismo a mí más que a Ámbar y se nota lo incómoda que está. —suelto con rapidez.

Mi amiga me toma de la mano y nos dirigimos a los asientos, yo suspiro.

—Si tu madre te prefiriera a ti antes que a tu hermana mayor, ¿qué harías? —la miro.

—Creo que hablar con ella, pero si dices que estás delicada de salud y no piensa en otra cosa más que en ti, ¿crees que serviría que alguien más se quede contigo? Tal vez eso le da más tiempo a Ámbar con tu mamá.

—Tal vez tengas razón.. ¿Y si eso no funciona?

—Hablar con tu hermana. Tal vez ella logra confesar cómo se siente, y logran conectar más. Mamá siempre dice que conversando se entienden las personas.

—Cierto, muy cierto. En fin, sé que usaré tus consejos. Otra cosa, no sé si sepas, pero-

—¡Chicas! ¿Vienen? —nos llama Delfi desde la pista. Nosotras asentimos.

—Vamos. —niego.

—¿Me cuentas después?

—Claro, amiga.

—¿Sabes? Me es raro pensarme como mala.... ¿Segura que me veo igual?

—Si te animaras a usar lentes de contacto y aclararte un poco el pelo, si. —bromeo, ella ríe.

Nos juntamos un poco con todos y me resbalo. Caigo sentada y apoyo las manos, veo unos patines azules con negro y blanco.

—¿Estás bien, chica delivery? —me tiende la mano.

Tomo su mano para levantarme, me mira y baja la mirada a mi mano, su mirada es preocupada.

—Ese raspón se ve feo. —miro mi mano, él la toma con delicadeza.


—No es nada.

—¿Si vas a lavarte para que no se infecte? Por seguridad. —me mira. Ruedo los ojos divertida, me da ternura cuando se preocupa por mi.

—Dale, Mat, ya regreso. —me alejo y salgo de la pista en dirección a los baños.

Me siento rara, y cuando miro mi mano, el raspón ya no está. Miro tras mío a la pista y no hay nadie, y me dirijo al baño —también vacío— a mojarme el rostro. ¿Estoy volviendo como Sol? 

Donde alguna vez hubo fuego -Luna ValenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora