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Estoy en el jardín, sentada bajo uno de los árboles. Pensando un poco de todo lo que pasó y de verdad aguantando las ganas de llorar. Me desespera y me angustia encontrarme así, sin poder hacer nada, y mucha más cólera me da estar en el cuerpo de Sol.

Esta no soy yo. Ya lo he tenido claro desde el momento uno y el cuerpo de Sol me absorbe cada vez más y más, de una forma que ni yo sé explicar, pero siento que me estoy perdiendo.

Sol es muy distinta a Luna. Ella no vela por nadie más que por sí misma; yo siempre busco mirar a los demás. Ella tiene una familia soñada y una madre que la adora; yo tengo una familia igual de hermosa, pero la cual no gira alrededor mío.

Lili es una mujer que deja mucho amor, mucho sacrificio y todo lo demás. Lo sé porque si volteo muy ligeramente la veo mirándome desde la ventana mientras conversa con Bernie y Sharon. Pero su amor no tiene límites, y esos límites son malos. Muy malos. Llegar a despreciar a una —dejarla completamente de lado—por la otra es algo que ni ella misma debería permitírselo. Aún así dice amar a Ámbar, pero no fue ella la que se escabulló estando "dormida" y escuchó sus sollozos.

Ámbar es una persona completamente distinta ahora, y de verdad me deja mucho en que pensar. Si la Ámbar de mi mundo hubiera sido criada con mucho amor, ¿sería igual a esta? Si la Sharon de mi mundo.. bueno, respecto a ella no tengo muchas respuestas. Solo sé que es como la mediadora. Y otro punto completamente en medio es mi abuelo, que no sé nada.

Escucho pasos cerca y finjo estar mirando mi celular. Estos pasos se detienen.

—Gracias por defenderme así.

—No hay de qué. Me siento terrible, nada debió haber pasado. —bajo la mirada.

—Sabemos que Lili es así. —Es raro que no la llame mamá.

—Si, completamente.

—¿Estás bien con lo que pasó en el roller?

No respondo, agarro con fuerza los puños de la polera negra que traigo puesta para no ponerme nerviosa de nuevo.

Noto que se sentó del otro costado del árbol.

—Michel me llamó pidiendo hablar contigo. Le corté y le dejé en claro que te deje en paz. Nadie se mete contigo. Desde siempre noté que era algo dominante y abusivo, pero no quise decir nada porque te veía tan feliz.

—Gracias. —murmuro.

Suena mi celular y veo el último mensaje de Mateo. "Te veo en 15 minutos con Gus gus en el parque".

Me levanto. De reojo miro que sigue ahí.

—Ámbar, yo-

—Nada, Sol. Sabes que esto no va a arreglar nada. —desvía la mirada.

Está herida. Rota. Rota porque las palabras que la golpearon fueron de la persona que más ama, y porque eso duele mucho más que un golpe mismo.

—No fue mi culpa—quiero decir algo más pero me quedo callada. Suspiro.

No responde, tampoco. Que buena relación tenemos, enserio.

—Te quiero, adiós. —respondo lo más sincera posible y me contengo de ir a abrazarla, porque la necesito cerca, pero ella ya no me quiere ahí.

Llego al cuarto y me quito la polera y el pijama, cambiándome a unos jeans negros y una polera larga color crema. Ato mi pelo en una cola baja y me coloco mi medallita para salir, no sin antes guardar el celular.

Paso por la cocina y aprovechando que está vacía me sirvo un vaso con agua.

—¿Vas a salir, amor? —levanto la mirada y veo a Bernie frente a mi.

Donde alguna vez hubo fuego -Luna ValenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora