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Me quedo junto a Mateo por lo que parece ser una eternidad. Nos perdemos en una charla de recuerdos, anécdotas, chismes y mucha risa. La verdad nunca me he sentido tan conectado a él aquí como ahora. Tras terminar la gaseosa, recogen los vasos y a Mateo le suena el celular. Contesta, es una llamada rápida, y corta.

—Era Gastón, que ya había llegado y que se olvidó de avisar. Dice que está cerca de Nina.

—Podría ayudar con mi amiga, no pierdo nada.

—¿Crees que eso sea posible?

—No estoy tan segura, pero nunca está de más intentar. —sonrío decidida.

El volumen exagerado de la música baja, miramos hacia la entrada a la cafetería.

—¿Vamos? Han de estar por anunciar algo. —asiento ante lo que propone y vamos adentro.

Y tengo su casaca puesta, si no hubiera llegado a casa con un resfriado tremendo.

Al parecer las personas se han dispersado y es mucho más fácil movilizarse sin ser aplastado. Gastón levanta la mano al ubicar a Mateo, y la baja al verlo conmigo. Nos acercamos, los dos se saludan.

—Hola, Sol.

—Hola, Gastón. ¿Qué tal con Nina?

—Nada mal. Estuve a tres chicos de distancia, es un nuevo record. —dice victorioso.

—Sol dice que te puede ayudar.

—¿En serio?

—No pierdo nada. Además no creo que guste de alguien. —me encojo de hombros y me abraza Gastón, correspondo.

—Mat, creo que trajiste a Sol de vuelta.

—Me siento más yo que nunca, así que cuenten conmigo par de locos. —choco los cinco con ambos.

Veo a Simón acercarse a lo que vendría a ser el escenario con un micrófono en la mano y como el cuchicheo de la gente disminuye.

—¡Buenas noches, gente del Jam & Roller! —todos gritan emocionados. —Espero que la estén pasando muy pero muy bien, ¿se han divertido? —otra vez gritos, esta vez nos unimos los tres. —Pues eso ha de continuar, definitivamente. Oficialmente la barra saca las bebidas especiales, saben a qué me refiero. —risas. —¡Disfruten lo que queda de la noche!

La música vuelve a sonar y esta vez todos se van a la barra. Busco con la mirada a Ámbar y a sus amigas, sino estaban afuera debían de estar aquí. Supongo.

—¿Buscas a Ámbar? —volteo al oír a Gastón. Asiento. —La vi hace un rato, creo que está del otro lado.

—Gracias, Gastón.

—Voy por algo para tomar, ya vuelvo. —Mateo se aleja.

Gastón me mira con rapidez.

—¿Qué quieres, Sol?

—¿Eh?

—¿Cuáles son tus verdaderas intenciones con Mateo?

Suspiro.

—Estás jugando con él, entonces. —toma mi silencio como afirmación.

Niego con rapidez. —No, Gastón, no pienses eso.

—¿Cómo no voy a pensarlo cuando una vez ya intentaste esto?

—Gastón, antes de que pienses mal, escúchame. Las cosas están todas de cabeza. Literalmente, y no aguanto más todo esto. Yo conozco a Mateo, y lo extraño. —bajo la mirada sonriendo. —pero no puedo más con Michel, con mis amigas, y con todo. No tengo malas intenciones.

Donde alguna vez hubo fuego -Luna ValenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora