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—Luna, ¿piensas quedarte ahí todo el día? —parpadeo y miro sorprendida a Nina frente a mi.

Sin dejarme responder me saca de mi cuarto —la verdad ni sé cómo estoy cambiada— y me jala al comedor. Papá, mamá y el abuelo están alrededor de una pequeña torta color blanca.

—¡Ahí baja! —mamá dice y señala la escalera.

Nina y yo volteamos y vemos a Ámbar bajar apoyándose en Simón, tiene los ojos vendados.

—Con cuidado, con cuidado, un escalón más. —él guía a Ámbar y ella ríe nerviosa.

—Si me caigo o me pasa algo-

—No te va a pasar nada, bonita. Estoy contigo. —sonrío inconscientemente y luego siento unos brazos abrazarme por la espalda.

—¿Llegué a tiempo? —murmura en mi oído.

—Casi tarde, Fresita.

—Pues ese "casi" me salvó. —besa mi mejilla y sonrío.

—Listo, bonita. —Simón se pone tras Ámbar y con delicadeza desata el pequeño pañuelo. Ella nos mira sorprendida y no puedo evitar emocionarme. Me acerco de la mano con Mateo y la abrazo, ella corresponde con fuerza.

—Feliz cumpleaños, rubia.

—Gracias Mateo.

—Feliz día Ambi. —me mira y me despeina un poco.

—Gracias, Lu.

Mamá y papá se acercan a ella y los tres nos alejamos.

—No puedo creer que vaya a cumplir veinte. —murmura Nina. ¿Veinte?

Miro la torta y si, hay un dos y un cero como velas. Wow, el tiempo pasaba volando.

—¿Y bien? ¿Ya puedes soplar las velas? ¡Tenemos hambre! —bromea el abuelo y todos reímos.

Ella se acerca hacia él y se abrazan, le murmura algo y ella asiente.

—A pesar de que de verdad no seas mi nieta de sangre, ustedes dos son la mayor alegría y felicidad de mi vida. —nos mira y veo a Ámbar intentando no llorar.

—Eres luz, Ambi. —me suelto de Mateo y me acerco a ella, me abraza por la cintura y la imito. Nos acercamos a su torta y mamá prende las velas.

Cantamos Feliz Cumpleaños medio desafinado y Simón con su guitarra —que no sé de dónde la sacó tan rápido— le cantó "Tiempo de amor" y se abrazaron. A todo esto, el cambio tan brusco fue demasiado familiar. Es ver a mis amigos, a mi familia, y no puedo evitar emocionarme al tenerlos a todos juntos aquí.

Mamá sale y vuelve con un pequeño encendedor. Se coloca frente a ella con Simón y prende las dos pequeñas velas.

—Anda, cariño, pide un deseo. —anima mamá.

Ella nos mira sonriendo y niega.

—No hay nada que pueda pedir. Sé que todo este tiempo ha sido difícil adaptarme, han pasado muchas cosas, y me disculpo por todo.. pero aún así recibí lo que más quería; una familia de verdad. —Simón besa su mejilla y mamá se abraza a papá.

Se acerca y sopla las velas. Y sin darse cuenta, Mateo corre y hace que termine con pastel en todo el rostro. Nosotros reímos, ella igual mientras que con una servilleta se limpia la crema del rostro.

—Te amamos, hija. —mis papás se acercan y le abrazan.

—Y yo a ustedes, enserio gracias por todo. —murmura.

Mateo toma mi mano y me dirige a la cocina. Sacamos algunos platos y cubiertos para llevarlos al comedor. Volvemos y mamá comienza a cortar la torta.

—Ey, estás distraída... ¿te sientes bien? —Mateo se pone frente a mí, le miro y niego.

Donde alguna vez hubo fuego -Luna ValenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora