Capítulo Veinticuatro

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Narra Jay.

Este día se había vuelto un caos de un momento a otro, ya casi todos se habían ido pero Hunter y yo nos quedamos a buscar a Ronnie, estábamos a punto de irnos, pensando que tal véz Ronnie había ido a casa sola, o con sus amigas, hasta que oímos gritos y ruidos extraños, Hunter y yo nos miramos mutuamente y al voltear vimos autos aparcados, autos que hace un rato no se encontraban allí.

Volvimos hacía la puerta de salida con intención de entrar de nuevo y saber que sucede, pero la puerta se abrió antes y de allí salió Dinna, gritaba con pánico y al verme se lanzó a mis brazos, su respiración era agitada como corredor de maratón, estaba temblando y comenzó a llorar. Realmente me preocupé.

- Oye, calma - tenía su cara hundida en mí pecho aún - ¿Qué sucedió?, mírame, dime lo que pasó.

- La.. la tienen, ellos se la llevaron - tartamudeó y sus lagrimas seguían corriendo - se la llevaron - repitió.

Mi mandíbula se apretó y sentí el enojo y la preocupación recorrer mi cuerpo.

- ¡¿Quíenes?! -sentí el impulso de sacudirla para que hable, obviamente ella quedó pasmada por lo que pasó, pero necesitaba que me dijera lo que sucedía.

Ella no lograba calmarse pero lo que logró decir no me ayudaba:

- Yo... Yo no sé - miré a mi alrededor rápidamente pero no veía nada.

Hunter se había frustrado,abrió la puerta y entró sin decir nada, yo también decidí entrar luego de decirle a Dinna que se fuera a casa y que no saliera hasta que volvamos a hablar, posiblemente también la quieran a ella, entré y corrí por todo el lugar sin saber donde comenzar, el gimnasio, que es donde será el baile y estábamos allí hoy, fué mi primera opción, así que cuando entré, no ví absolutamente nada fuera de su sitio, no había ruidos, ni rastros de que algo hubiera pasado, entonces corrí hacía el baño y mi corazón se aceleró al ver el desastre que había, papel higiénico por todas partes, pisoteado, agua, y la mochia de Ronnie abierta y sus cosas regadas por ahí, pero Ronnie no estaba allí.

Realmente se la habían llevado.

Narra Ronnie

Esos hijos de puta me dejaron inconsiente, ni idea con qué, pero al despertar mi cabeza dolía como si me hubieran dado golpes hasta dejarme dormida, me encontraba en una habitación pequeña, paredes oscuras y aunque la luz del sol no entraba, el bombillo que estaba frente a mí, me cegaba, me levanté del suelo, y fuí hacía la puerta, me estaba dando pánico estar así, toqué la puerta con fuerza, sabiendo que era inútil, toqué varias veces, y ahogué un grito, más para mí, que para el que me escucharía allá afuera.

Me senté frustrada y el sobre pensar me hizo llorar, no entendía que demonios sucedía, agradecí que Dinna haya podido escapar, eso ayudará mucho.

En ese instante se abrió la puerta, un tipo más o menos de mi edad, o mayor, entró, su cara se me hacía familiar, definitivamente lo había visto antes, ojos cafés, cabello negro, alto y en forma, pero realmente no recordaba de donde podría conocerlo, su mirada me intimidó y eso le pareció divertido por que me lanzó una sonrisa, irónica, no tranquilizante.

- Despertaste - me miraba a los ojos e hice igual tratando de verme fuerte, se acercó a mí y me asusté retrocediendo, no quería que nadie me tocara - Vienes conmigo - dijo una vez que me atrapó.

Mientras forcejeaba inútilmente entre sus brazos el me llevaba por un pasillo.

- ¡Sueltáme! ¡Desquiciados!  - gritaba a todo volumen y llorando, todos los insultos existentes.

- ¡Cállate perra! - me gritó el tipo cuando pedió la paciencia y sacó un arma ubicándola en mi sien y atrayéndome hacía él, me quedé quieta y cerré los ojos mientras caían lagrimas y esperaba una bala que desgraciadamente no llegó, por que en este momento, no saber que eran capaces de hacerme me mataba.

Perfectas ImperfeccionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora