CAPITULO 54

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"La gloria te da la victoria, el reconocimiento, esto siempre será el alimento del ego"

(La canción en multimedia es de Maara)


CAPITULO 54

NARRADOR OMNISCIENTE.

Novosibirsk, Rusia.

Alexander Miller se encontraba preparando el terreno, con la muerte de Hugo Dubois, los múltiples habían demostrado que las bombas y los juegos mentales no solo eran parte de Maara, Alexander sabia que Maara seria un problema si se involucraba, su mente se encontraba mucho más fragmentada que la de él, ella era una futura sociópata, alguien sin respeto alguno por la vida. Maara mataba por placer, mataba por satisfacción propia. No le afectaba nada en lo absoluto, su falta de remordimiento la había convertido en lo que es hoy, una verdadera Dubois.

"Laureano no va a permitir que el monstruo llamado Maara Dubois siga creciendo"

Theodore conocía la crianza que daban los Ivanov, siempre blandos ante los sentimientos, aunque, ahora mismo les era beneficioso. Maara, a diferencia de muchos Dubois, ella no se creó, ella nació, las costumbres de la familia, solo afilaron su mente.

"Mientras la siga tratando Anoushka sabremos cada paso que dé" -habló Dante-

Anoushka, su antigua amante y psiquiatra, fiel a él, era capaz de matar por él, por un toque de su mano, pero el nacimiento de su hija cambió las cosas, el ya no era el centro de su mano, lo era aquella niña de ojos avellanos que sonreía al ver pasar una asquerosa mariposa.

Las cosas se encontraban en desorden, cada vez solo se tenía a él solo, si bien, la muerte no era algo que les preocupaba, pero la satisfacción de llevarse a un Ivanov la tendrían.

Rusia había sido un buen escondite hasta que su hija abrió la boca, se encontraba bajo sus narices, no lo sospecharon, solo dieron vueltas y vueltas, ahorrándole las cosas por completo.

La mansión que Alexander había levantado en esa ciudad se encontraba rodeada de la zona minera, elevando los riesgos de los explosivos, no había nada en kilómetros a la redonda, solo las maquinas pesadas con las que extraían y clasificaban los materiales. El ruido de las maquinas en movimiento le ayudaba a pensar como mataría a los gemelos Ivanov.

Deseaba su sangre, verla correr, esparcirse por la tierra, quería oír sus suplicas, el llanto desmesurado, la desesperación en sus orbes y finalmente verlos arder en las llamas con las que anhelaba extinguir sus existencias.

Alexander tomó su teléfono, marcándole a su dulce niña, -un fracaso pensaba el, ni violándola obtuvo lo que necesitaba de ella- necesitaba saber todo lo que había dicho, esa información era valiosa para él.

El teléfono repicaba y mandaba a buzón, era obvio que ella no quería contestarle, pero el seguía insistiendo, la conocía, al final ella contestaría.

--- ¿Qué tanto le contaste? ---preguntó cuando al fin le contestó.

Del otro lado se encontraba Irisha, muerta del miedo contra una pared, llorando descontroladamente, ella había intentado que su hermano desistiera de su idea, pero no lo logró, había fallado y ahora el vendría por ella.

---Irisha Romanova---presionó el que era su padre--- ¿Qué es lo que sabe mi primogénito?

Pero las palabras no salían, solo lloraba, golpeando la frente contra la pared, cada golpe era mucho mas fuerte que el anterior, logrando que una brecha de sangre saliera justo por el medio de sus ojos.

ROMPE CRANEOS (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora