Capítulo 12

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Ha pasado ya otra semana de lo sucedido y desde que no veía a Bakugo. Había estado analizando su entorno de forma paranoica pensando que el rubio podría aparecer de cualquier lado mediante un raro portal como la última vez que lo hizo desde su adolescencia.

Y todo por esas heridas. Sí, aunque no había signos de que haya sido lastimada en esos respectivos lugares, si sentía los dolores del mismo e incluso los médicos que la revisaron no sabían por qué estaba sucediendo eso ya que incluso se asemejan más a una herida interna. Angélica llevó su mano para masajear su muñeca que a ese punto dolía menos que la primera vez que llegó a su mundo mientras negaba ligeramente con la cabeza.

Por supuesto que Bakugo no aparecería nuevamente. Todo lo que vivió solo era producto de su mente y no significaba que fuera real; sino más bien que alguien puede tener un gran poder con su mente que si no controla también puede ser perjudicial y los dolores en su cuerpo luego de esa experiencia se lo confirmaban.

Estuvo pensando siquiera si debía regresar con el rubio e intentar nuevamente cambiar de realidad; es un hecho de que podría ser peligroso para su vida y aunque siempre supo de forma personal que los héroes pocas veces podían tener una vida personal tranquila, todo lo que vivió fue aterrador. Siendo lo peor de todo de que no podía contárselo a nadie.

¿Quién le iba a creer?..

Unos golpes secos la hicieron salir de su ensoñación para dirigir completamente su atención a la puerta de su alquiler que había sido tocada, al parecer, de forma reiterada. Parpadeó varias veces antes de volver en sí y se paró rápidamente para ir hasta el lugar y atender a quien sea que la estuviera llamando.

Antes, por supuesto, preguntó quien era antes de abrir. La paranoia era fuerte aún.

—¿Sí?

—Señorita, soy la encargada. Necesito hablar contigo de el alquiler —respondió la mujer que se encontraba esperando del otro lado de la puerta.

Angélica hizo una mueca de dolor silenciosa al recordar que no había pagado aún su mes de alquiler y por supuesto ahora personalmente la encargada venia hasta ella para hacer el cobro. Su atraso era de una semana, en concreto, la semana que estuvo internada en el hospital.

Abrió sin más tardía la puerta y ahí se veía a la mujer esperándola, mostraba una ligera sonrisa de cortesía a lo cual la morena también correspondió.

—Disculpa la tardanza, ¿es el pago, verdad? —preguntó la morena de forma nerviosa.

—Sí, pero también me enteré de lo que te pasó —respondió la mujer mayor—. Que raro que al parecer tan sana te hayas entrado así en coma de repente, pero espero que te encuentres mejor.

—Sí, lo estoy por suerte —devolvió la menor que buscaba en una cajita de su estante cercano un sobre con dinero mientras que la mujer contraria analizaba la casa de forma discreta. Pronto Angélica encontró el dinero correspondiente y se dirigió a la contraria para entregárselo—. Y siento haberme atrasado con el pago, sabes que no soy así.

—Sí, lo sé. Eres una de mis mejores pagadoras.

Una vez le dio el sobre, la mujer se puso a contar el dinero frente de Angélica que permanecía parada ahí con incomodidad. Ciertamente la mujer no era cercana a ella ya que solo se trataba de la encargada de su alquiler que venía a cobrar el dinero del mismo, tenían una buena relación, pero no le gustaba que cualquier extraño entrara a su hogar. Solo su novio y hermana habían estado allí sin que la morena se sintiera disgustada.

—Disculpa, pero falta la multa.

—¿Multa?

—Sí, ¿no leíste bien tu contrato? Decía que por cada día de atraso debes pagar una multa y tienes siete días de atraso —explicó la mujer—. Son 30 mil guaraníes más.

Realidad deseada [BakugoXOc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora