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— Perdón por no haberte hablado en todo este tiempo, realmente no sabía que debía decir.

Timothee permanecía en silencio, se dedicaba a mirar al pequeño. No tenía que decir nada, no le tenía que dar explicaciones, T únicamente quería seguir observándolo durante todo el tiempo que pudiera, incluso un para siempre sonaba corto.

— ¿Puedo abrazarte?

Elliott se sorprendió un poco por aquella petición pero no pudo ocultar una pequeña e involuntaria sonrisa, asintió despacio y el mayor se acerco. Metió sus manos entre los brazos del pequeño y lo pego a el, se encorvo y escondió su cara entre su brazo y su cuello.

— Te extrañe, mucho.

— Pensé que no volverías, tardaste demasiado.

— Lo siento, lo siento mucho — Timothee escucho los sollozos de Elliott —. No hubo un día en que no pensara en volver.

— ¿Por qué no lo hacías?

— Supongo que no estaba listo, no realmente. Y mi mamá iba a matarme si regresaba antes de terminar el instituto.

— ¿Regresaste tu solo?

— Si, tengo 20 años ahora, soy un adulto funcional creo.

Elliott sonrió, había olvidado como se sentía estar ahí, entre los brazos de Timothee. Le gustaba esa sensación pero también se sentía familiar.

— Mi mamá ya no quería regresar a este lugar, yo también lo pensé. Una vez que estás tan lejos de todo esto es tan difícil volver. Así que ella se quedó pero yo no pude hacerlo, tenía que volver a ti ¿No es así?

Elliott sintió la necesidad de abrazar a Timothee tan fuerte hasta que esté jamás pudiera volver a irse de su lado. Le dolía el pecho y al mismo tiempo sentía a su corazón saltando de felicidad ¿Timothee sería suyo? ¿Por fin después de todo sería suyo?

Une pregunta atravesó involuntariamente su mente haciendo que se separara de aquel abrazo.

— ¿Qué hay de Quentin? — dijo, sin reparar mucho en ello, no sabía de dónde venía esa cuestión.

Timothee lo miro confundido, no sabía que debía responder a algo como eso. Aunque el también lo había pensado, estaba dispuesto a conseguir algo formal con Elliott y cuando ese momento llegará ¿Que habría de Quentin?

— ¿Qué hay con el? — respondió, intentando que su tono no lo delatara.

— No lo se, desde que empezó la universidad hemos estado juntos. Creo que es mi m-mejor amigo

Cerro los ojos con fuerza, le molestaba tanto cuando volvía a tartamudear. No sabía porque se había puesto tan nervioso y no quería que Timothee notaba que lo estaba. Pero el mayor también se había puesto nervioso, había visto tanto su rostro y escuchado su voz estos últimos tres años que le parecería raro alejarse de el.

¿Pero de que hablaba? No tenían que alejarse de el, después de todo solo era un mejor amigo y un amigo cercano, podían mantenerlo a su lado.

— Es nuestro amigo ¿No? No creo que haya ningún problema, podemos continuar como hasta ahora, será divertido.

El menor asintió sonriendo, Timothee tenía razón. Después de todo Quentin solo era su amigo.

Timothee volvió a estrecharlo contra el, está vez no hundió su rostro y lo miro fijamente. Se veía mucho más hermoso que hacía tres años, mucho más adulto. Ya no era eso niño que lo había amado si pedir nada a cambio, había crecido, Timothee solo espera que siguiera amándolo incluso si está vez le pedía todo a cambio.

— ¿Puedo besarte? — pregunto.

Los ojos de Elliott no tardaron en humedecerse, recordó a dos chicos en la habitación de una fiesta. Recordó lo asustado que estaba aquella noche y no amable que fue Timothee con el. Con el paso del tiempo se dio cuenta que Timothee nunca le hizo daño como tal, porque siempre había sido sincero con el, desde la primera vez que estuvieron juntos nunca mintió acerca de sus sentimientos.

— Estuve esperando por ti tanto tiempo, ni siquiera deberías preguntar.

Ambos sonrieron y acercaron sus rostros lentamente hasta que sus labios rozaron, sonrieron tontamente y Elliott pensó que jamás había experimentado algo tan maravilloso como aquello. Por su parte Timothee ya ni siquiera se encontraba en este plano, estaba tan lejos en algún lugar ajeno a todo lo terrenal, había añorado tanto a Elliott que sentía la situación completamente irreal.

Finalmente sus labios se entrelazaron, sus salivas se combinaron y sus corazones empezaron a latir al mismo ritmo. El beso se había vuelto tan profundo que sus cuerpos también empezaron a rozar y a sentir que necesitaban más y más. Timothee apretó su pierna entre las del menor y este no pudo evitar soltar un gemido. Se separaron inmediatamente, ambos sabían que si hacían cualquier cosa serían descubiertos, soltaron risitas cómplices porque sabían perfectamente lo que pensaba el otro.

Elliott se pregunto si Timothee habría estado con alguien más durante este tiempo y sin querer se puso celoso a el mismo. Aunque el había estado con un par de personas esos años, aún así le dolía pensar en que Timothee hubiera echo lo mismo. Se sintió muy tonto por pensar eso, de alguna forma eso no había cambiado ni un poco, Timothee alteraba todo en el aún. Se sentaron en las butacas y comenzaron a hablar acerca de las cosas que ocurrieron en su distancia, hubo muchas risas de por medio y también muchos besos.

Por otro lado, fuera de ese salón, sentado junto a la puerta había un chico con un revoltijo de emociones en el. Se sentía feliz por sus amigos, realmente feliz o al menos eso es lo que se obligaba a creer. Las lágrimas salían involuntariamente de sus ojos, no sabía que debía sentir porque estaba sintiendo todo al mismo tiempo.

— ¿Estás llorando guapo?

Levantó la vista inmediatamente solo para encontrarse con una chica despampanante que lo miraba confundida.

— Hola Amber — dijo, para después enjugarse las lágrimas —. No lloraba, tengo alergias.

— Pues deberías ir a la enfermería — sonrió altaneramente — ¿Mi primo está adentro? Me dijo que estaría aquí.

— Si está adentro — hizo una pausa — con Elliott.

Amber lo miro detenidamente, sabía que no existía ninguna alergia. Estaba casi segura de lo que estaba pasando pero no quería especular. Había entrado a la misma carrera que Quentin y lo había observado de lejos, era la espía personal de su primo después de todo. Observarlo a el significaba observar a su antiguo amigo Elliott y aunque jamás había comentado nada de ello con su primo sabía que desde hace mucho había crecido algo más ahí que una "bonita amistad".

— Vamos — le tendió su mano — los invitaré a comer, vamos los cuatro.

Q U E E R. | Finalizada |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora