Rengoku Kyojuro:
Al menos una docena de subrayadores fosforitos descansaban en completo desorden por encima de mi escritorio. Llevaba como tres mil eternidades tratando de estudiar unos apuntes con cientos de marcas y anotaciones en un intento vano de memorizar un tema que en otras circunstancias ya me sabría tanto del derecho como del revés, pero que por culpa de cierto individuo de cabellos plateados y ojos de amatista no era capaz de retener ni un mísero título.
Exasperado y maldiciéndolo en todas las lenguas vivas o muertas, dejé caer la cabeza sobre los papeles lanzando un suspiro de derrota. ¿Por qué demonios había tenido que decirme eso? Ahora no podía dejar de darle vueltas a la cabeza. ¿Y si simplemente me estaba tomando el pelo? La expresión de su rostro en ese momento parecía completamente honesta, pero teniendo en cuenta como se las gasta, me quitaba todas las ganas de intentar darle una nueva oportunidad.
Mis pupilas fueron a posarse en la foto en la que aparecíamos papá, Senjuro, mamá y yo antes… de que ella se fuera y un recuerdo vino a mi mente.
🔥🔥🔥
— De entre todas las personas que aquella tarde me pudieron haber ofrecido su paraguas, ni en un millón de años hubiera esperado que fuera él —dijo una vez mamá pocos meses antes de que la tristeza de lo inevitable se colara por rendijas invisibles. Ella sostenía contra su pecho a un Senjuro muy pequeñito que dormía plácidamente con el dedo pulgar atrapado entre sus labios y papá rodeaba su cintura con la cabeza apoyada en su hombro. Yo, sentado en la alfombra de pelo largo del salón los contemplaba. Verlos así era suficiente para acallar de un plumazo las habladurías malintencionadas de nuestros vecinos.
—¡¿Cómo que no te lo esperabas?! —replicó papa fingiendo hacerse el ofendido.— Yo siempre he sido todo un caballero.
Mamá lo miró con una sonrisa tierna antes de continuar hablando volviéndose hacia mi.
—Volviendo al tema: Aiko, una compañera de trabajo con la que me llevaba muy bien nos presentó una vez que quedamos para ir a tomar algo y la verdad es que no me pudo caer peor. ¿A quién se le ocurre ponerse a leer en la cafetería de un centro comercial rodeado de un montón de colegas con los que has quedado?
Sonreí con incredulidad al escuchar aquello.
—¿Qué podía hacer si todos erais estudiantes de diseño de moda y yo las únicas marcas que conocía eran las del detergente? —se defendió él como buenamente pudo poniendo cara de cordero degollado.
—Ignóralo… —dijo ella meneando la cabeza con la misma resignación de quien ha ido a toparse con un caso perdido.— La cuestión es que ése día tuve que salir un poco antes del trabajo. De pronto, el cielo que había estado limpio de nubes todo el día, se puso del color del plomo y en un abrir y cerrar de ojos comenzó a llover como si fuera el fin del mundo. Me tuve que guarecer en la en la entrada de una floristería hasta que escampase y entonces lo vi aparecer, como todo un chico malo; cazadora de cuero negra, camiseta gris, pantalones rajados y botas de pinchos. Se me plantó delante con un cigarrillo en los labios y me dijo… —carraspeó la garganta y poniendo su mejor voz de seductor de Hollywood continuó—: ¿Sabes lo que les ocurre a las flores si las riegan demasiado?Me quedé boquiabierto.
—¡Noooo! —exclamé, ¿qué porquería de frase era ésa para ligar?
—¡Síííí! Así de lamentable era en sus años mozos —rió ella ganándose una sonrisa ladina por su parte.
—Y fíjate como acabaste, rendida y loca de amor por mí… —ronroneó él rozando su nariz con la suave piel del cuello de mamá.Hice una mueca divertida y fingí protestar porque ya se estaban volviendo a poner empalagosos.
—Cuando te enamores de alguien me gustaría verte a ti en las mismas —me riñó papá con una sonrisa maliciosa.
—Seguro que a mi enamorada no le diría una frase tan cutre —contesté sacándole la lengua y llevándome un cojinazo.En aquel entonces, aunque no lo dijese en voz alta, aunque nadie más que yo lo supiese, no albergaba ni la más remota esperanza de encontrar el amor en ése pequeño pueblo en el que todo el mundo parecía tener la mente infectaba de prejuicios. Las chicas de mi clase tenían la misma profundidad que una cucharilla de café, y los chicos parecían tener más interés en comportarse como animales que otra cosa.
¿Acaso eran pensamientos demasiado elevados para un niño? No lo sabía, pero una cosa sí que tenía más que clara y era que admiraba lo hermosa que era la relación de mis padres, la compenetración, el brillo en sus ojos cuando se veían… Todo.
🔥🔥🔥
—…to, nito…, hermanito… —escuché la voz de Senjuro lejana pero aproximándose mientras una mano pequeña me zarandeaba suavemente.— ¡Jolines, despierta ya o la cena se te va a enfriar!
Me restregué un ojo con el nudillo mientras bostezaba y gruñía un ininteligible «ya me levanto». Me levanté sin ganas y arrastré mi existencia fuera de mi cuarto.
Durante la cena no estuve precisamente con la cabeza en su sitio y eso tango papá como mi hermano lo notaron.
—Kyojuro, ¿te encuentras bien? —preguntó mi padre dejando los palillos apoyados en el soporte y mirándome preocupado. Estuve a punto de negar con la cabeza, de decir que me encontraba perfectamente, pero estaba seguro de que mi rostro delataría más pronto que tarde mi mentira, por lo que lanzando un suspiro de derrota formulé la pregunta, obviamente ocultando la identidad de la persona que se me había declarado.
—¿Tú que sientes hacia ésa persona? —preguntó papá acodándose en la mesa y entrelazando sus dedos bajo el mentón.¿Qué sentía? Honestamente, miedo. Miedo a confiar y acabar malherido. Todo el mundo sabe que las heridas que más duelen y que tardan más en cerrar son las que llevamos muy por debajo de la piel. Fui sincero con mi respuesta.
—Yo creo que podrías darle una oportunidad —intervino mi hermanito encogiéndose de hombros con sencillez.— Ya conoces todos sus contras, lo mismo si le das una oportunidad, descubres sus pros.
Papá lo miró alzando una ceja.
—Estoy de acuerdo con Senjuro, por cierto, ¿quién es?
Me mordí la lengua, si le decía que quien se me había declarado era Uzui Tengen era capaz de presentarse en su casa con un Kalashnikov.
—Alguien de mi clase… —engullí lo que quedaba de la cena recogí mis cacharros y tras dar las gracias por la comida, me levanté y fui a fregar los platos.Ni qué decir tiene que cuando caí en la cama, sabía de antemano que ésa noche no pegaría ojo.
ESTÁS LEYENDO
El Umbral del Yo. (Tinta y Fuego. Libro III)
FanfictionContinuación de Tinta y Fuego y Cadenas de Sangre Inocente a la Luz de la Luna. Los caminos de Uzui y Rengoku parecen volverse más cercanos. Akaza tal vez encuentre en Senjuro parte de la paz que con la muerte de Koyuki le arrebataron. Y, mientra...