6. El Príncipe y La Princesa:

45 6 6
                                    

Rengoku Senjuro:

Con la llegada del festival cultural anual a la vuelta de la esquina, se desató el caos por toda la escuela. A los compañeros que habían suspendido alguna asignatura, se los podía encontrar hincando codos en la biblioteca, mientras que a los que no, se nos veía yendo de aquí para allá ayudando a preparar los stands de nuestras respectivas clases. Los de la clase de enfrente habían decidido montar un puesto de ramen, mientras que nosotros nos habíamos decidido por una tea party, ya que la mayoría de las chicas de la clase eran lolitas* y querían transportar su filosofía y estilo a la escuela para que la gente más urbana lo conociese y dejase de prejuzgarlas desde la más absoluta ignorancia. Honestamente después de haber visto las fotos que se habían hecho, me quedé alucinado, tanto que sentí verdadera curiosidad.

Mientras hablaba con el resto de mis compañeros, me di cuenta de algo. Aunque seguía sintiendo clavada en mí la mirada de Shinkai, aunque había ocasiones en las que nuestras miradas se cruzaban, por alguna razón él la apartaba como si de buenas a primeras me tuviese miedo. ¿A qué se debía ese repentino cambio?
-Rengoku-san -la voz de Kamado me arrancó de mis pensamientos y me volví hacia ella- Kojima te ha preguntado si te apetecería desfilar en la pasarela que montaremos durante la tea party.
-Y-yo no tengo ropa de ese estilo... -musité con timidez y Kojima Haruka se puso en pie pidiéndome que la imitase.
-Eres más o menos de mi estatura y parece que tenemos unas medidas muy parecidas, creo que te podría prestar alguno de mis outfit kodona...*-dijo tomándome por los hombros y haciéndome girar sobre mí mismo lentamente, como si me estuviera sometiendo a rayos X.
-Estoy seguro de que te verías genial -dijo otro compañero que había acabado de anotar en una hoja de cuaderno todas las propuestas que habíamos hecho.

A mis espaldas se escuchó un bufido burlón.
-No le hagas ni caso -me aconsejó Nezuko echándole una mirada despectiva por encima de mi hombro.

Con el paso de los días y en vista de que parecía que Shinkai había perdido todo interés en molestarme, por fin estaba pudiendo relacionarme con mis compañeros y compartir cosas con ella. Tan solo deseaba que esta paz durase durante, por lo menos el tiempo que me quedase hasta pasar al instituto y eso contando con que los compañeros que me encontrase allí no me acabasen tomando tirria sin motivo.

A la salida del colegio, Kojima, Kamado y yo quedamos para ése mismo sitio en su casa para que nos prestase la ropa para el desfile. Solo esperaba que mi hermano al verme de esa guisa no se riera de mí hasta que le salieran canas.

🍰🍬🍭

-¡Senjuro! -me llamó papá desde la planta de abajo- ¿Quieres bajar de una bendita vez?
-Ya voy papá... -respondí mordiéndome el labio a un paso de la muerte.

Le eché un último vistazo -definitivo- a mi reflejo en el espejo de cuerpo entero de la puerta de mi armario. Blusa blanca de mangas abullonadas y los filos del cuello y los puños rematados en encaje negro a juego con los botones de azabache en forma de rosa. Pantalones cortos a la altura de la mitad de los muslos de terciopelo negro con botones dorados a juego con los de la blusa, calzas rojo vino algo por encima de las rodillas y botines negros de charol negro y cordones dorados. Sobre mi cabeza una elegante boina de terciopelo negro con rosas bordadas en hilo dorado.
Senjuro -me dije a mí mismo- has dado tu palabra, ahora no te puedes echar atrás.

Respiré hondo y saqué fuerzas de no se dónde, me di media vuelta y me encaminé con paso decidido hacia la puerta de mi habitación.

Lo primero que escuché al asomarme a lo alto de la escalera fue el sonido del obturador de la cámara del móvil de mi hermano y una exclamación de asombro realizada al unísono por ambos.
-Sen-chan, te queda perfecto... -dijo Kyo en cuanto terminé de bajar las escaleras tomándome de una mano y haciéndome girar para no perderse ni un solo detalle de mi indumentaria.
-Exagerado... -repliqué notando como mis mejillas empezaban a calentarse.
-Papá -se giró hacia nuestro padre que me miraba boquiabierto y con los ojos como platos- ¿A que está genial?
Papá asintió como si no fuera capaz de dar con las palabras adecuadas.
-Venga, poneos que os haga una foto a los dos juntos -logró articular al final.

Después de hacernos una veintena de fotos, me despedí de los dos hasta la tarde que vendrían al colegio a ver todo lo que se había organizado. Como le había prometido, me pasé por casa de los Kamado para recoger a Nezuko e irnos juntos al colegio. Fue la pequeña Hanako la que abrió la puerta y al verme se le escapó un gritito emocionado.
-¡Mami, mami! -llamó la niña logrando que todos sus hermanos y la señora Kamado se asomaran al pasillo- ¡Un príncipe ha venido a por Nezuko!

¿Por qué cuando uno más lo necesita no se abre un agujero para que se lo trague la tierra? Pensé forzando una sonrisa.

-Hanako, no es necesario gritar de esa manera -la reprendió amablemente la señora Kamado que salió del salón seguida de Nezuko quien iba vestida con un precioso vestido color blanco de manga larga de un tejido vaporoso con perlas. El pecho tenía un bonito bordado en hilo plateado a juego con el cuello, los puños y el borde de la prenda. Una diadema plateada con pequeñas perlas coronaba su cabeza, sus piernas estaban cubiertas por unas medias blancas de encaje de rosas y calzaba unos delicados zapatos plateados con un tacón no muy alto.
-B-buenos días señora Kamado -la saludé inclinándome respetuoso ante ella logrando, con un esfuerzo colosal despegar mis pupilas de su hija- espero no haberla molestado.
-En absoluto Senjuro-chan -repuso con una sonrisa y nos deseó que nos divirtiésemos mucho en el festival.

Tras despedirnos de todos nos pusimos en camino hacia la escuela. Durante un rato estuvimos hablando de sus hermanitos, sinceramente, al ser más pequeño que Kyojuro, ella y su hermano Tanjiro me daban un poco de envidia.
-Realmente pareces un príncipe -dijo ella de pronto arrancándome de mis cavilaciones.
-¿Yo? -pregunté señalándome a mí mismo con el dedo y ella asintió con las mejillas suavemente sonrosadas, lo que hizo que se me atropellaran las palabras en la garganta. Quería decirle tantas cosas, que era maravillosa, que incluso con vestidos menos pomposos se veía preciosa y que me encantaba su forma de ser, cálida, honesta, inteligente y divertida.- T-tú sí que te ves preciosa -logré decir finalmente con voz entrecortada.
-No estoy muy convencida -musitó con timidez- pero me alegro de que podamos hablar con normalidad. Estaba muy preocupada por ti... Shinkai no ha vuelto a molestarte más, ¿verdad?

Negué con la cabeza y ella suspiró aliviada. A mí lo que me tranquilizaba era que él no hubiera ido por ella.

El Umbral del Yo. (Tinta y Fuego. Libro III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora