12. Tristeza Contenida:

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Uzui Tengen:

Después de que acabara el festival, me ofrecí a acompañar a Kyojuro y a su hermano a casa. Por el camino, en un momento dado, nos dimos cuenta de que el menor de los dos se quedaba retrasado y nos volvimos preocupados hacia él. Iluminado por las luces de las farolas, vestido con esas prendas tan elegantes y con la mirada ligeramente ausente daba una extraña sensación de irrealidad, como encontrarse una flor que ha logrado abrirse paso a través de una grieta en el asfalto.

Kyojuro retrocedió sobre sus pasos, le pasó un brazo alrededor de sus hombros y lo atrajo contra su cuerpo besando su cabeza un instante mientras el pequeño de los Rengoku bajaba la mirada apretando sus pequeñas manos cerradas en dos puños que quedaban a penas ocultos por el encaje de los filos de las mangas de su blusa.

Y la sentí desenroscándose en lo más profundo de mi ser, deslizando su gélido cuerpo escamoso y húmedo, reptando lenta pero inexorablemente hasta ese lugar en el centro de mi pecho, ese lugar en el que todavía las heridas a medio cerrar seguían escociendo y sangrando cuando bajo la guardia. Escuché el chasquido de sus fauces abriéndose antes de clavar sus fríos y afilados colmillos.

Desvié la mirada sintiendo algo extraño, como un muro invisible entre ellos y yo… porque aún sentía que me faltaba recorrer un camino muy largo y tortuoso para ser alguien que signifique realmente algo para ellos. Repentinamente me llevé dos dedos a mis labios. ¿Por qué en ése preciso instante había aparecido el espectro del tacto de los labios de Kyojuro contra los míos? ¿Por qué en un momento como este mi cuerpo y mi mente reaccionaban de una manera tan jodidamente egoísta?

La respuesta es bien sencilla, te estás enamorando de verdad y el amor es el más egoísta de los sentimientos. Lo quieres todo de la otra persona, lo quieres todo con esa otra persona.

Una mano cálida me tomó de la muñeca trayéndome de vuelta al presente, al aquí y al ahora y me encontré con Kyojuro que me observaba con una mezcla de ternura y confusión.
—Tengen, ¿te ocurre algo? —preguntó y yo negué con la cabeza componiendo mi mejor sonrisa. Su mano se deslizó por la palma de la mía hasta que pudimos entrelazar nuestros dedos echando a andar de nuevo.

Cuando llegamos a la casa, el señor Rengoku se asomó y al verme estrechó sus ojos hasta que estos se convirtieron en dos afiladas rendijas brillantes y abrazadoras como un par de gotas de metal fundido, pero contra todo pronóstico no me dirigió ninguna mala palabra, si no más bien todo lo contrario, me invitó ese mismo fin de semana a cenar con ellos. Nervioso le lancé una rápida mirada a Kyojuro, estaba bastante seguro de que si aceptaba me arriesgaba a que su padre descubriese mis sentimientos por Kyojuro, pero en el caso de que me negase, su opinión hacia mí, que ya dejaba bastante que desear, podía empeorar aún más.
—Se lo agradezco mucho —dije inclinándome educadamente y me despedí de Kyojuro hasta el día siguiente.

De camino a casa de mi madre, parte de esa horrible sensación que se había adueñado ante de mí se desvaneció y fue sustituida por otro sentimiento distinto, un sentimiento cálido que logró que las comisuras de mis labios se curvaran hacia arriba en una perfecta sonrisa de tonto.

🌙🌙🌙

De camino a casa de mi madre no dejé de pensar en lo decaído que se veía a Senjuro.  Estaba seguro de que algo malo había tenido que pasarle en el intervalo de tiempo en que lo habíamos dejado solo, al día siguiente, cuando viera a Kyojuro, trataría de averiguar qué le había sucedido.

Por otro lado estaba el hecho de haberle besado. Mientras me aproximaba a su boca, una parte de mi mente gritaba que estaba perdiendo la maldita cabeza, pero al ver que él también correspondía me sentí estúpidamente feliz. Sus labios eran cálidos, dulces y aunque para algunas personas la inexperiencia pudiera suponer una molestia, a mí me resultaba algo tierno.
Una de las ventajas –si es que se le puede llamar así– de haber sido un Luna de Sangre es que no resultaba nada difícil dar con alguien para divertirse, tanto daba si era hombre o mujer, en una sociedad  donde, bajo mi punto de vista impera la hipocresía y el “buenismo”, los seres humanos a veces explotan y se dejan llevar por sus más bajos instintos. Tal vez sea por eso que muchas de las que se autoproclaman “buenas chicas” siempre acaban liándose con tíos más tóxicos que un paseo al aire libre por Chernóbil, o “niños bien” entre las piernas de mujeres solo en el sentido biológico de la palabra,  Pero a mí me resultaba por completo imposible simplemente follar y al día siguiente olvidarme de todo como si nada hubiese pasado. Algo que siempre he tenido completamente claro era que el día en que me acostase con alguien, sería porque realmente sintiera algo por la otra persona.

En ese sentido admiraba profundamente a Akaza, para él la única mujer en el mundo era Koyuki. ¿Cómo en su caso, el único hombre en el mundo para mi sería Kyojuro? Me quedé unos instantes reflexionando al respecto. Tal vez fuese porque hasta el momento no me había encontrado con alguien que se le pudiese equiparar ni en lo más mínimo, pero lejos de preocuparme el hecho de que podía imaginar muy felizmente un futuro a su lado, me hacía sentir absurdamente feliz.

Al llegar a casa, fui testigo de la peor traición que una madre friki puede cometer contra un hijo más friki aún. ¡La muy malvada se había terminado sola La Casa de Papel!
—Traidora… —jadeé consternado desde el marco de la puerta del salón y ella dio un respingo en el sofá antes de volverse hacia mí.
—Tengen, no es lo que parece… —dijo ella con la voz temblorosa, a punto de quebrársele.
—¿Entonces cómo me explicas eso? —pregunté señalando la pantalla del televisor.
Mamá tartamudeó tratando de dar con una excusa convincente pero al final agachó la cabeza sinceramente arrepentida.
—Lo siento, por favor, dime cómo puedo compensarte.
—¿Preparándome un sándwich de queso, un vaso de leche y escuchando algo importante que te tengo que decir?
—¡Trato hecho!

Cuando mamá regresó de la cocina con la comida, me la ofreció y ambos nos sentamos en la alfombra y le conté todo lo que había pasado en el festival, cuando llegué a la parte en la que besé a Rengoku, ella lanzó un gritito emocionado y me abrazó con fuerza contra su pecho.

Dosgatosescritores:

¿Cuántas personas a parte de mí odian el verano? ¡Levantad la mano para que no me siga sintiendo como un bicho raro, por favor!

Siento que el comienzo de este capítulo ha podido notarse como algo más melancólico y pesado que de costumbre y la verdad es que llevo unos días con un mood bastante gris. De todos modos he intentado meterle unas notas de luz, sobretodo en la parte final. Otra cosa que creo que considero muy importante es que las historias en las que los hijos homosexuales siempre se encuentran con el rechazo de los padres es algo muy trillado. ¡Ojo! No digo que sean historias mal escritas, si no que desde mi humilde punto de vista creo que se deberían cambiar determinados clichés.

Con lo escrito no quiero ofender a nadie, pero sí que es cierto que ya me duelen bastante los ojos de leer historias y fanfics en los que algún personaje se tienen que enfrentar a seres queridos que no son capaces de aceptar la orientación sexual de su hijo y creo que ya va siendo hora de escribir sobre personajes que sí son aceptados por sus seres queridos. Tal vez esté pidiendo demasiado, pero si algún día un papá o una mamá leyera esta historia, y tiene un niño o niña gay o lesbiana y le aceptara como tal, me sentiría tremendamente feliz, porque aunque solo fuera una persona, eso significa que este mundo esta empezando a cambiar para mejor.

¡Wooooo! ¡¿Habéis visto lo que me he enrollado?! Si me pongo muy pesado decidmelo... Hahahaha.

Bueno, me despido de vosotros hasta dentro de muy poquito.

¡Se os quiere mis gatitos lectores!

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El Umbral del Yo. (Tinta y Fuego. Libro III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora