15. Apuntes y Caricias:

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Uzui Tengen:

Ver entrar a Kyojuro por la puerta de la casa de mi madre me resultó algo extraño, especial. Aunque no tuvo ni punto de comparación con la cara que puso ella cuando se le acercó para darle unas pantuflas con un estampado de cookies de chocolate.

Mientras él se las ponía después de darle las gracias ella se lo quedó mirando llevándose las manos a los labios y preguntándole si le apetecía un té me agarró del brazo para arrastrarme hasta la cocina.
—¡No me habías dicho en ningún momento que tu compañero era el hijo de un novelista famoso —susurró a media voz tras cerrar la puerta a su espalda.
—Mamá no tengo por costumbre pedirle a mis amigos su árbol genealógico —respondí resoplando y poniendo los ojos en blanco.
Ella me miró haciendo pucheros.
—Pero mírame, de haberlo sabido me hubiera puesto algo más presentable que tu camiseta de Sukuna y unos pantalones con más años que el sol —replicó agarrando la camiseta por el dobladillo y estirándola como si no resultara obvio que le encantaba robarme mis camisetas de anime.
—Estás en tu casa, no hace falta vestirse de lujo para recibir visitas…
Mamá me miró frunciendo los labios y encorvó la espalda dejando caer los hombros.
—Olvídalo, no lo entenderías… —dijo yendo hacia la encimera para poner a hervir el agua y acto seguido elegir el té. Sonreí en silencio mientras cogía dos tazas del armario y acercándome a ella por detrás para dejarlas a su lado, apoyé la barbilla en su hombro.
—Si tienes un libro de su padre, le puedo preguntar si no le importa pedirle que te lo firme…
Vi como se mordía el interior de la mejilla valorando mis palabras.
—¿Lo dices en serio? —preguntó ella con una nota de recelo.
—Totalmente en serio —aseveré llevándome la mano al corazón. Finalmente sonrió y me besó en la mejilla.
—En el frigorífico hay tarta de queso, anda y lleváosla. No me parece bien que lo dejes solo —dijo al final poniendo una cucharadita de té dentro de dos bolitas infusionadoras para luego sumergirlas en el agua humeante. Tomé dos platos de postre, unas cucharillas y un cuchillo y regresé junto a Kyojuro que se había sentado en uno de los sillones del salón mirando todo a su alrededor sin tocar nada. La cartera de la escuela estaba en el suelo, junto a sus pies. Mientras lo dejaba todo en la mesita baja le comenté lo que le había dicho a mi madre y él accedió de buen grado.

Cuando mamá llegó con las tazas y Kyojuro le dijo que no había ningún problema, ella corrió hacia su habitación donde tenía uno de los ejemplares de su última novela y se lo entregó con los ojos brillantes mientras le daba las gracias encarecidamente. Luego nos dejó a solas después de invitarlo a cenar y él aceptara después de escribirle un mensaje avisando a su padre.

Me senté en la alfombra y lo invité a que hiciera lo propio a mi lado. Una vez sentado sonrió un poco sonrojado al ver el té y el plato con su porción de tarta de queso con mermelada casera de frambuesa por encima.
—Tu madre es increíble… —dijo con una sonrisa.
—Sí que lo es —convine orgulloso tomando mi taza entre mis manos y llevándola a mis labios para darle un pequeño sorbo tras soplar a la bebida para no quemarme.
Él tomó la cucharilla y cortó un trocito de tarta con la cuchara y se lo llevó a los labios.
—¡Mmmmmghhh! ¡Umai! —exclamó mirando el pastel con los ojos haciéndole chiribitas.
—¿Tanto te gusta? —pregunté con una risita y él asintió con la cucharilla atrapada entre los labios. Enternecido por sus actos me incliné hacia él y besé su mejilla.
—T-Tengen… —susurró muy colorado dejando la cuchara en el platillo.
—¿Qué? ¿No se supone que eres mi chico? —le pregunté alzando las cejas y estallando en carcajadas al ver su reacción. Agarró su taza de té y escondió su rubor bebiendo un sorbo mientras me lanzaba una mirada que pretendía ser fulminante pero que resultó ser de lo más adorable que había visto en mi vida.
—“Tu chico…” —repitió al final dejando el recipiente en la mesa junto a la tarta— suena bien.
—Suena demasiado bien, Kyojuro… —susurré tomándolo de la nuca y acercándome de nuevo a él para dejar un beso en sus labios.

El Umbral del Yo. (Tinta y Fuego. Libro III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora