⚠¡Advertencia!⚠
El siguiente capítulo contiene escenas de violencia extrema. Si eres una persona sensible, se recomienda leer con prudencia.
Douma:
Hidra: (Del lat. hydra, y este del gr. ϋδρα, serpiente acuática). Mit. Monstruo del lago de Lerna, con siete cabezas que renacían a medida que se las cortaban, muerto por Hércules, que se las cortó todas de golpe.
La noche anterior.
Iban a ser ocho, pero en el último momento uno de ellos se atrevió a jugar con fuego.
Estábamos en el interior de una vieja nave abandonada a las afueras de un pueblo insignificante. Los faros de un todoterreno iluminaban la escena.
Gyokko le estaba arrancando a Steel Cobra los dientes uno a uno con unos alicates mientras este lanzaba alaridos como un endemoniado, retorciéndose de dolor e intentando escapar en vano puesto que estaba atado de pies y manos a una cochambrosa silla giratoria. Las piezas dentales iban siendo depositadas en un recipiente con ácido sulfúrico. Uno de los aspectos que más elogiaba de Gyokko era su meticulosidad.
En un momento dado, Steel Cobra perdió el conocimiento, pero en cuanto olió la gasolina que mi camarada le empezó a verter encima suyo, volvió a gritar emitiendo un molesto sonido agudo y borboteante. El combustible se mezcló con la sangre antes de que yo le lanzara una cerilla encendida.
El rugido de las llamas se mezcló por un instante con un último alarido de dolor, al tiempo que una salvaje llamarada ascendía como si quisiera lamer las herrumbrosas vigas que cruzaban el techo de una pared a otra.
Tatsu, Same, Bloody Rose, Sasori, Sphyrna, Bone Crasher y Ookami. Para lo que me iban a servir, tampoco es que me importase mucho saber o no sus verdaderos nombres. En cuanto realizasen su cometido, los borraría del mapa. Nunca era conveniente dejar cabos sueltos de los que cualquiera pudiese tirar.
A todos ellos les había enviado a sus respectivos móviles una foto de los objetivos. Por el momento tenían que vigilarlos sin que ninguno de ellos se percatara de nada, cualquier acercamiento sería severamente castigado y Steel Cobra se había ofrecido voluntariamente a ilustrar a sus compañeros sobre lo que les podía suceder si optaban por desafiarme.
—¿No creéis que soy una persona excesivamente amable, teniendo en cuenta lo grosero que ha sido vuestro compañero? —pregunté entrelazando mis manos a la espalda cambiando mi peso de una pierna a la otra— otro en mi lugar no se hubiera tomado la molestia de advertiros antes.Se miraron entre ellos, las danzarinas llamas aún lamían el cuerpo chamuscado de Steel Cobra. Sus caras tenían una expresión tensa y por el rabillo del ojo vi como mi compañero los miraba a la espera de que alguno cometiera un mínimo fallo, casi se lo veía ansioso por volver a jugar.
Una vez aclarada cualquier duda que pudiera representar cualquier obstáculo entre mi objetivo y yo, salimos de la nave y tomamos nuestros respectivos vehículos. Fue Bloody Rose la que se encargó de prender fuego al todoterreno con el recipiente de ácido sulfúrico dentro.
A la mañana siguiente.
Bloody Rose me envió una foto de Rengoku Senjuro tomada desde el interior de lo que parecía ser una cafetería. En ella aparecía ésa pequeña sabandija acompañado por una chica vestida con un bonito blanco. Ambos igualmente engalanados con sus mejores prendas.
Casi podía llegar a comprender el por qué, pese a la diferencia de edad, Akaza había caído en sus garras. Al igual que la zorra de Koyuki, Senjuro parecía estar envuelto en un halo de inocencia prácticamente angelical. Su sonrisa era ingenua y transparente al igual que la de ella. Una parte de mí ansiaba que mis siete peones corromoieran su tierno cuerpo, quería ver sus piel de un blanco prístino manchada de semen y degradación, de vergüenza, asco y culpa. Deseaba tanto verlo llorar y retorcerse antes de extinguir su asquerosa existencia.
Ocultando mi número le reenvié la foto a mi amado y poco después un mensaje.
Lo castigaría por su desprecio e indiferencia, fingiría acercarme a ése mocoso mientras planeaba la mejor manera de acabar con su miserable vida y hacer que mi querido Akaza viniera a arrojarse desesperado a mis brazos.
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El Umbral del Yo. (Tinta y Fuego. Libro III)
FanfictionContinuación de Tinta y Fuego y Cadenas de Sangre Inocente a la Luz de la Luna. Los caminos de Uzui y Rengoku parecen volverse más cercanos. Akaza tal vez encuentre en Senjuro parte de la paz que con la muerte de Koyuki le arrebataron. Y, mientra...