38 - La aliada kawaii

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NOTAS

¡Buenas, familia!

Empecemos a darle sabor a esta semana. Desde luego, por este lado hará falta porque nos invade la calima. Ese polvo en la atmósfera es pasto para mi alergia. Pero resistiré para que Laura no se pierda mucho. Si alguien está bajo un cielo celeste, aceptaré que me envíe fotos de paisajes para olvidarme de las nubes de polvo, ¡je, je!

Seguro que hoy les sorprendo con esta actualización antes del horario habitual. Espero que disfruten. Hay una escena picante que me encanta...

¡Besos, besos y más besos!

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La aliada kawaii

Cuando el recreo terminó, nos dirigimos a la cancha cubierta para la clase de Educación Física. Sin embargo, mis conjeturas se confirmaron una vez más mientras atravesábamos el patio. Ani nos abandonó a Claudia y a mí para, casualmente, reunirse con Patricia. Ambas ralentizaron sus pasos, haciendo evidente que pretendían charlar sobre algo privado. En otras palabras, lo más probable es que pusieran en común sus impresiones sobre los chicos del grupo B. Ani me descubrió mirándolas, pero dudo que llegara a la conclusión de que sé... cosas.

Ahora, las alumnas del grupo A se desvisten para ponerse la ropa de deporte en el vestuario. Sentada en un banco, gano tiempo hasta que todas se vayan. Aún temo que alguna quiera convertirme en el centro de las burlas por mi ropa interior. Sería muy fácil para ellas catalogar mis prendas como infantiles y relacionarlas con la niña del exorcista. ¿Quién sabe si hasta me graban en secreto solo para ridiculizarme delante de los chicos por pura envidia? Por eso las vigilo a todas mientras saco mis mallas de la mochila con calma. Sé que Ani me defendería, pero no quiero que se vea involucrada en problemas.

Me desabrocho el primer botón de la blusa cuando restan muy pocas chicas en el vestuario. La profesora Bernarda se enfadará conmigo por ser la última de nuevo, pero es un riesgo que estoy dispuesta a asumir. Si se excediera como la vez anterior, tendría que recurrir a la verdad y contarle que he sufrido acoso en el pasado. Puede que ese corazón de piedra tenga empatía y se ablande lo suficiente como para entenderme.

De pie, mi mirada se pierde en Ani, que se ha quedado de última conmigo. Parece que ha seguido mi ritmo adrede porque ella es tan enérgica que ya se habría cambiado de ropa tres veces. Luce seductora sin la falda, con parte de la blusa desabrochada, un hombro al descubierto, el sostén asomado y las bragas insinuándose bajo el borde de la blusa.

Me arrodillaría a sus pies, pero ni siquiera me sobra tiempo para fantasear, pues ella se aventura hacia mí. Con una vitalidad impresionante, me lanza contra una taquilla y me encadena por la cintura. Contemplo un ferviente deseo en su rostro.

—¿Qué haces, Ana? —Su impulsivo e imprevisible gesto me asombra tanto como me excita porque actúa como si me hubiera leído el pensamiento. Es atrevida. Se arriesga. Me toma como si fuera suya. Un acto así de intenso es lo que espero de ella como confesión. Ahora mismo podría conseguir lo que quisiera de mí.

—Parece que te faltan manos, así que te voy a ayudar. —Sosteniendo una sonrisa pervertida, me manosea durante su lucha por desvestirme. Sus manos se pasean por mi cuerpo con libertad. Tras el velo de las cosquillas, pellizca porciones de mí y suelta algún que otro botón de mi blusa y de mi falda. Fantaseo con que haga saltar los botones al arrancarme la ropa y que su boca se hunda en mis pechos.

—¡Ja, ja, ja! ¡Para, Ani! —No lo hagas. Estoy dispuesta a asumir el riesgo por lo que me haces sentir. Tu toqueteo es combustible para las llamas que me consumen sin compasión. Me resisto mínimamente para incitarte a que me sometas más.

La novia de mi hermano 1 [Disponible en físico + Extras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora