Tiene que irse cuanto antes

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Como si la rubia quemase, rápidamente deshice el abrazo con tal mala suerte que metí la mano en el guiso que estaba cocinando. Mierda, cómo quemaba. Lancé un grito y corrí rápidamente hacia el fregadero colocando mi mano bajo el grifo y dejando correr el agua fría sobre ella.

Al girar solo pude toparme con un grupo de personas que, sin moverse y como estatuas, abrían la boca y los ojos como si estuvieran contemplando a un extraterrestre. A lo mejor exagero un poco, pero era entendible ya que yo jamás me despistaba en la cocina y mucho menos cometía errores de novato. De pronto sentí un suave tacto sobre mi adolorida mano. Sin saber cómo, Roseanne había sacado mi mano del grifo y la observaba atentamente. Deslizó sus dedos sobre la quemadura y aunque dolía, se sentía bien, intenté articular palabra pero no era capaz ni de moverme.

- ¿Te duele? - me preguntó y asentí. - Puedo ayudarte - dijo más como afirmación que como pregunta. Yo negué con la cabeza y traté de soltarme cuando detrás de mí ya tenía a mi padre con el botiquín.

- Vamos hija, te pondremos un poco de crema y vendaremos eso - dijo sacando lo necesario. - ¿Me ayuda señorita...?

- Roseanne - contestó ella educadamente y asintió.

No puedo negar que pasé mucha vergüenza. Tenía a mi padre y a Roseanne tratándome como si fuera una niña pequeña delante de un equipo de profesionales que había dejado de hacer su trabajo para contemplar la pintoresca escena.

- Así está bien - dijo mi padre y me regaló un beso en la mano - Me siento como cuando curaba las heridas de mi alocada y traviesa pequeña. - yo sonreí pero al instante noté cómo Roseanne tomaba mi mano y la besaba exactamente igual que lo había hecho mi padre. Ambos boquiabiertos la miramos.

- Pronto te curarás - sonrió.

- Ejem... bueno chicos, volved al trabajo - Kookie habló y el equipo rápidamente volvió a sus tareas. - No sabía que tenías compañía hermanita - dijo mirando de arriba a abajo a Roseanne. No sé por qué pero sentí ganas de patearle en las pelotas.

- Kookie ella es Roseanne. - dije sin gana.

- Hola linda, pareces un ángel - aquí vamos... sólo pude rodar los ojos ante su intento de conquista.

- Yo...

- Déjala Kook - interrumpí tomando a la rubia del brazo guiándola lejos del cabeza hueca de mi hermano.

- Somos mellizos, se puede compartir - susurró lo suficientemente alto como para que yo lo oyera y juro que casi le pego.

- ¿Quieres callarte? - dije intentando sonreír.

Giré para buscar a Roseanne pero parecía que alguien se me había adelantado. Mi padre conversaba amenamente con ella mientras tomaban un poco de tarta de chocolate que Tae estaba haciendo. Yo no pude evitar sonreír cuando vi sus mejillas llenas y la comisura de sus labios manchados. Sonreía como una niña pequeña y desprendía un halo de luz que la hacía verse aún más hermosa. Mi hermano tenía razón, parecía un ángel.

- Pensé que tenías una norma muy estricta sobre traer a tus ligues al X.

- Ella no es mi ligue.

- ¿Es tu amiga? ¡Genial! ¿puedo invitarla a salir?

- De eso nada - dije golpeando su estómago de un codazo. Sonreí y me apunté la victoria cuando trató de hablar sin aire.

- Siempre te quedas las más guapas.

- Kookie, ella y yo no tenemos nada. Sólo estoy tratando de ayudarla.

- ¿A qué?

- Es una larga historia. Después te cuento.

A taste of HeavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora