👸🏻 Doncella - Capítulo III

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El ángel no vuela a su lado. Siente la furia correr por sus venas. Sabe que el padre de ella es el causante de sus penas.

Mirada furiosa, encuentro amargo, esclavos del rencor, la obra del diablo, separando, rasgando lo tierno, uñas filosas para dos polluelos.

Doncella: -He rezado por usted cada que el astro dorado se marcha, he rezado por su paz, por su alma, por su aura.

Ángel: -¡No debió! Donde me encontraba no me llegaba ni viento ni el rumor de su voz. En el averno no penetraban los rayos del sol.

Doncella: -Me hubiera visto las gruesas lágrimas que desprendían estos, que son sus ojos. No las podía retener, se mecían blandengues por los fantasmas de mi sonrisa desaparecida. Me recorrían serpientes de espinas.

Ángel: -No tenía ojos más que los de usted, pero estaba tan abajo de sus pies, que no podía ponerlos en mis cuencas, las manos me despojaron, de las arcas saltaba, tragaba tierra con flamas.

Doncella: -¡Oh querido mío! ¿Por qué no fui yo expulsada y escupida al abismo? Hubiera negociado con el altísimo y dado mi cuerpo ahí mismo.

Ángel: -¡No manche su lengua de veneno, ni su mente con ese pensamiento! castigo fue mío, culpa fue mía, sentencia cayó por mi cuello, con cadenas me arrastraron por el fango del desierto.

El ángel se arrodilla a los pies de la doncella. Ella acaricia su cabello, protege su promesa.

Doncella: -¡Oh dulce amor! Capullo de mi jardín, centinela de mi cosmos, haz vuelto de aquel funesto entierro, de la barbaridad de la mano del péndulo, debería de callar y agradecer. Yo que antes no tenía fe.
¡Que mis rezos fueron cumplidos por los hados en el anochecer!

Ángel: -¡Victoria fue mía por burlar mi destino! Tu eres mi único alivio, mi manantial cristalino.

Se levanta y la estrecha entre sus alas.

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