👸🏻 Doncella - Capítulo VII

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En el castillo lejano, han entrado al estrado una banda de querubines alados. La búsqueda de la doncella se ha duplicado. En el trono su alteza, la reina. Contemplando el horizonte por un vitral, el semblante de un rey ignorante de la realidad.

Querubines, mensajeros, lenguas salvajes, traviesos, susurraron por las ojeras del soberano, un mensaje no grato.

Querubín: -¡Oh, su pequeña! ¡La rebelde! Caprichosa aún llora por su pretendiente.

Rey: -Mentiras, ella a un viaje partió, la nave ahora sobre aguas quietas ya hace días que zarpó. Los sepultureros cavaron mil metros, la distancia es muy lejana. Ese cuerpo ya es alimento de gusanos y escarabajos, carroña de perros.

Querubín: -¡Él ha vuelto! ¡En el cementerio ya su cuerpo no está quieto! Viaja por las nubes, las piernas de ella a lomos. Jinete de dragón, ama de su señor.

Padre: -Que la corte suprema se reúna en el palacio de cristal.

¡Aliados, pueblo y soldados! Marchen por el bosque y en borde, emboscados, apresen al fulano. De mi hija llamen a la jauría, perfume oriental porta, si se resiste, sus cabellos traigan a rastras ¡Que su padre la llama, le exige volver a casa!
Y tú esposa mía, recoje tus faldas, tus cortesanas que limpien las lágrimas, alza el rostro, ve al templo, pídele a aquella diosa que tanto rezas, que tu hija no sufra, no muera.

Reina: -¡Majestad! De mi cachorra hasta la última pestaña verás parpadear, ella tan terca no se dejará engañar. Sus gritos logro escuchar ¡No llores niña mía! Que tu padre allá va.

La marcha ha de partir, lo que verán son cabezas, charcos de sangre, derrota, un fin. Más el soberano no lo ve, más allá de su frente coronada. El dragón, su enemigo, descansa en las manos de su amada.

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