Capítulo 59

247 42 76
                                    

—Voy a avisar a los sanadores de que has despertado —murmuró Dumbledore levantándose.

Grindelwald asintió. Cuando el director salió, se giró hacia Bellatrix que seguía tumbada junto a él y le preguntó de nuevo si estaba bien y cuánto tiempo había transcurrido desde el enfrentamiento con Voldemort.

—Tres días. Sí, conozco aquí a una sanadora que me curó. Solo me ha quedado esta cicatriz... No me gusta, pero no se puede eliminar...

Se abrió ligeramente la camisa del pijama y le mostró una cicatriz horizontal que la atravesaba justo por debajo de las clavículas.

—Es la prueba de que sobreviviste a la maldición asesina —murmuró Grindelwald acariciando su hombro.

—Estaba mal ejecutada.

—Voy a fingir que te creo porque me has salvado la vida —sonrió él.

—No te salvé, mis conjuros apenas funcionaban. Soy mala con la magia sanadora. De no ser por Dumbledore y los sanadores no...

—Ni Dumbledore ni historias —la interrumpió—. Bellatrix, te interpusiste en la trayectoria de una serpiente venenosa de más de cuatro metros para protegerme. La mataste y después derrotaste a Voldemort.

—No lo derroté, huyó.

—¿Qué sucede en un duelo cuando uno de los dos se retira?

—Que el otro gana, pero...

—Sin peros. Eres la mejor bruja del mundo mágico, ardo en deseos de que me venzas a mí también, porque me siento excluido.

Bellatrix rio. Después le susurró al oído que no le contó a Dumbledore que permitió que Voldemort huyera y que respecto a los horrocruxes, solo le dijo que Nagini era uno pero no conocía más. A Grindelwald le dolió que siguiera protegiéndolo, pero asintió y murmuró que corroboraría su versión. Comprendía que el odio que Bellatrix le profesaba a Dumbledore era también sobresaliente (y más después de los recuerdos que le mostró).

Pronto regresó el director con la medibruja al mando de su tratamiento. Bellatrix, que llevaba supervisando todo desde el primer día, se la presentó:

—Esta es Wendy Nott, es una gran medibruja y todavía mejor: ¡es familia de Nellie!

Bellatrix tuvo que ahogar una carcajada al ver la expresión de horror de Grindelwald ante la mención de su alumna menos cualificada. Wendy le aclaró que eran familia política, aunque para ella sería un honor ser hija de Sabrina Selwyn. Eso tranquilizó bastante al mago. La sanadora le explicó el proceso que habían seguido y el tratamiento que llevaría en los próximos días. Al menos tendría que pasar dos semanas más en el hospital, pero se recuperaría sin secuelas. Después realizó un par de hechizos de comprobación y le pidió a él que ejecutara algunos para comprobar que su magia estuviese intacta. Así era, pese a que le costaba sujetar la varita, no tuvo problema con los conjuros.

—Eso es todo de momento. Si necesitáis cualquier cosa, avisadme —se despidió Wendy.

Le dieron las gracias y se quedaron de nuevo los tres (y Antonio que correteaba feliz por todas partes).

—De no ser porque la conozco, no me habrían dejado quedarme —sonrió Bellatrix—. Y tampoco a Antonio, pero llevamos todo este tiempo sin movernos de aquí, no podemos fiarnos.

Grindelwald le dio un beso en la frente conmocionado por sus cuidados. Entonces, Dumbledore le preguntó a Bellatrix si sería tan amable de darles un minuto a solas. Sin ninguna gana, la chica asintió e hizo amago de levantarse. El mago oscuro se lo impidió.

—Bella no se va. Puedes decirme lo que quieras delante de ella.

El director titubeó. No estaba de acuerdo con esa afirmación. Su compañero, sabiendo lo que deseaba preguntarle, se adelantó:

El profesor y la mortífagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora