Despertó húmedo y con el pene erecto. Corrió al baño para no ser visto por nadie. Pero era temprano y tanto su madre como sus pequeñas hermanas dormían. La única levantada era su abuela, que no pudo notar la urgencia del púber. Se refresco con una ducha rápida y se alistó para lo que seguramente se trataría de su inicio de la nueva etapa. El verano había pasado muy rápido, más de lo que él hubiera esperado. La nueva rutina fue acomodando las cosas de tal manera, que cada vez que lo pensaba, más incómodo se sentía. Noelia lo había evitado todo el tiempo luego de aquel encuentro. El miedo al rechazo y la humillación hizo que él mismo hiciera un acto reflejo de su compañera. Por otro lado, el contacto con sus amistades del primario fueron mermando. Él no quería aceptarlo, pero lentamente el panorama que repudiaba se estaba convirtiendo en su nueva realidad. Sus escapadas a las distintas torres de su barrio lo prepararon para lo que venía. Manuel se integraba a un grupo nuevo, mientras que Alberto estaba preparando una mudanza. En el caso de Ezequiel, nada sabía. No se tomó el tiempo para visitarlos y eso ya era un hecho. Tampoco salió de él visitar los barrios de sus amigas hermanas, porque sintió que no era excusa suficiente para verlas, solo el simple hecho de no verlas tan seguido.
Omar, Hernán y otros amigos más de su edificio supieron cubrir alguno de esos espacios vacíos. Supo en el fondo de su ser, que seguramente a ellos le pasaba lo mismo. El hueco de Nahuel, había sido cubierto de manera alternativa y por consecuente, permanente. No estaba solo, decir que así era, lo volvía egoísta y arrogante. Jugar video juegos cubrió gran parte de esos vacíos, tanto, que mucho de los personajes llevaban los nombres de alguno de sus amigos. Una gran época pasaba, para dar inicio a otra incierta que hasta el momento, no hacía más que mostrarle sus debilidades.
—Ya es hora ¿Recuerdas cómo llegar?— su madre había interrumpido sus pensamientos para advertirle la hora. Él asintió con poco interés. —Bueno, ya lo hemos practicado así que no creo que tengas demasiados problemas.— dijo su madre dándose por enterada. Lo que no lo dejó con más opción que ir a tomar el bus correspondiente.
Llegar a la parada no fue inconveniente alguno. Viajar y estar atento cuando llegara a su destino tampoco fue un problema. Simplemente descendió del vehículo y caminó las tres cuadras hasta su nueva escuela. Justo antes de llegar a la esquina dónde debía doblar a su izquierda, miró al frente, cómo si estuviera esperando a alguien. —Creo que ella iba a ir a la escuela de la otra cuadra. Debí prestarle mayor atención cuando me lo mencionaba.— Nahuel se refería a María. —Posiblemente en algún momento nos crucemos, o con Astrid, ella también va a su misma escuela.— sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando un grupo de chicos lo empujó. —Ni disculpas piden los desgraciados— se quejó. Aunque francamente sabía que no lo habían hecho adrede.
Observó la fachada de su nueva institución, algo fascinado y decepcionado al mismo tiempo. La arquitectura era imponente, sin embargo, de tan antigua parecía que se vendría abajo de un momento a otro. —Mejor que tu anterior escuela ¿No?— un muchacho sentado en un banco lateral al pasillo de ingreso buscaba su atención.
—No sabría decir si mejor. Pero así y vieja tiene su encanto.— respondió al joven desconocido.
Dando una pitada forzosa al cigarrillo que fumaba se puso de pie. Se acercó a Nahuel estirando el brazo. —Lautaro Ochoa, mucho gusto.— dijo saludando. —¿Quieres?— le ofrecía el cerillo. Nahuel negó levemente con un gesto. —Primer día de escuela. Solo los de primer año empiezan hoy. Mira.— dijo señalando su entorno. —La gran mayoría con sus padres. Diría que somos de los más maduros de este grupo, pero la verdad es que te estaría mintiendo. Tengo que ser franco, estoy repitiendo año.— informó sonriente. —Aun no me has dicho tu nombre.—
—Nahuel— respondió a secas. Luego observó el cigarrillo. —No fumo seguido, sólo lo he hecho algunas veces.— mintió. Lo más cerca que había estado de un cigarrillo, habían sido las colillas que levantaban con sus compañeros del primario para encenderlas. Rara vez fumó cigarrillos completos. —Eres un repetidor ¿Qué se siente?— cuestionó con tono irónico.
ESTÁS LEYENDO
Sentimientos Pasajeros
Teen FictionBitácoras de vida. El desarrollo de un jovencito que a lo largo de su adolescencia, descubre distintos sentimientos. Los conflictos personales que lo obligan a relacionarse con su entorno. Afrontando así distintas situaciones que lo nutrirán de valo...