Capítulo XII: Celebraciones.

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La presión había terminado con ese timbrazo a las 19:20. Al salir, lo primero que hizo fue revisar sus bolsillos para encenderse un cigarrillo. La primera bocanada hacía que su relajación llegara casi en el acto. No se había olvidado de su compromiso. Le dijo a su amiga y compañera de banco que siguiera sin él. Regularmente tomaban el camino juntos, acompañándola a su casa. Sin embargo, hoy tenía que cumplir con alguien más. Llegó a la esquina, dándole otra pitada extensa a su cigarrillo buscó con la mirada. Unos pies se asomaban en el pórtico de una casa a unos cuarenta metros. Recién al llegar comprobó que se trataba de ella. —Sara, espero que tu espera no haya estado aburrida.— no supo qué más decir para romper el hielo.

La muchacha se puso de pie. —Fueron cuarenta minutos pero los aproveché para estudiar.— comentó.

—Eres muy aplicada, eso está muy bien ¿Te parece si te acompaño lo más cerca posible hasta tu casa?— era un cuestionamiento forzado. —Conozco el camino. Frecuentaba acompañar a...— no pudo terminar.

—A Alejandra, lo sé.— irrumpió Sara. —Ella vive cerca de mi casa y te veía muchas veces acompañándola. Ahora lo haces con Anahí, no sé qué habrá pasado entre Alejandra y tú, pero claramente no tienen la relación de antes.—

Sara estaba al tanto de todo. Nahuel se quedó unos segundos en silencio meditando sobre aquella situación. Empezar una relación con alguien que estuviera tan pendiente de él, probablemente sería negativo para su libertad. —Vaya, es un poco obsesivo ¿No?—

La muchacha lo miró con recelo. —¿Obsesiva?— a Sara le molestó la idea que de tenía de ella. —No tengo que hacer demasiado esfuerzo para verte, nunca.— aseguró. —Basta con mirar dónde están tus compañeras para saber que estás ahí, o cuando estás en el patio. Simplemente tengo que desviar la mirada a dónde todos miran. En las reuniones siempre nos veremos, hace dos años que es así. Y si acompañas a alguien que vive cerca de mí, era evidente que te vería. Con lo difícil que era la idea de evitarte.— la conversación ya era fluida.

Nahuel se sintió algo fuera de lugar. —¿Y eso por qué?—

La pregunta no fue contestada de inmediato. —Creo que te estoy juzgando mal. Después de todo, jamás te paseaste de la mano de nadie. Y debería agradecerlo.— la respuesta lo puso más incómodo.

Era evidente y lo entendió todo. Sara le agradecía no haberse mostrado con ninguna de sus parejas. El punto era que él jamás tuvo pareja. —No hay nada que agradecer, siempre estuve solo. De hecho esa atención de la que hablas muchas veces me asfixia.— dijo sincerándose.

Sara no sabía eso. —Bueno ¿Caminamos hasta casa? Mi madre y mi hermana se preocuparán si demoro mucho más.— el comentario fue suficiente para que Nahuel iniciara la caminata. —Siempre te veo con un cigarrillo fuera de clases ¿Hace mucho que fumas?— la pregunta fue directa y sin rodeos.

Es buena, pensó Nahuel, viendo cómo se desenvolvía la joven enamorada. —Probé el cigarrillo desde muy pequeño. Pero se puede decir que soy fumador activo hace dos años.— contestó cómodo con la charla.

—¿Por qué aceptaste darme una oportunidad? ¿Tan persuasiva fue Daiana?— directo al punto. Sara no dejaba nada librado al azar y al muchacho le gustaba la intensidad que tomaba la charla.

—No creerás que fue por eso.— dijo en tono esperanzador. —En realidad es un conjunto de cosas. El que Daiana tomara la iniciativa que tú no tomaste, no fue la única razón.— Nahuel le recordaba una de sus mayores flaquezas. —Anahí también insistió con el que te diera una oportunidad asegurando que le gustabas como para mí.— hizo una pequeña pausa. —Pero la verdad es que creo que llegó el momento de mirar hacia adelante y avanzar.— la presencia de Ximena seguía ahí y la idea de su hijo abandonado. —Dejarme querer...— dijo para finalizar y no generar dudas no deseadas.

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