Capítulo XVI: Venciendo a Dios, el final.

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Ponerse de mal humor no estaba en los planes de ninguno de los dos. Sin embargo, cada vez que se veían, era un asedio por parte de Nahuel hacia la delegada de primero séptima. Y la incomodidad era un sentimiento presente en aquella adolescente. —¡No! ¡¿En serio estás buscando a la pendeja esa?!— el cuestionamiento negativo era por parte de Anahí, que no aprobaba lo que su amigo y compañero de banco hacía.

Nahuel no quería llamar la atención de nadie en su curso. Rápidamente se convertiría en objeto de burla si se enteraban de sus intenciones. —Estoy solo. Soy libre de hacer lo que me plazca. Además, lo estoy tomando como si de un juego se tratara.— el comentario fastidió aún más a su amiga.

—¡Con más razón Nahuel! Deja a esa chica en paz.— al principio pensó que podrían tratarse de celos. Pero aparentemente, su compañera estaba defendiendo los intereses de la chica dos años menor.

Seguir discutiendo sobre lo mismo no tenía sentido. Nahuel sabía que continuar de la misma manera no le traería resultados positivos. Tendría que ser más determinante. Los días para realizar su movida los tenía contados, pronto empezaría el receso de invierno. Para empeorar su situación, Elizabeth había comenzado a distanciarse. Él pensó que estaba haciendo un enorme esfuerzo y con fuerza de voluntad, trataba de evitar los malos momentos que este le hacía pasar.

El último timbre sonó anunciando la salida de los alumnos de primer año. Era el último viernes y en el curso de Nahuel se anunció una salida temprana, debido a la falta de una profesora. En ese momento, lo supo. Era una oportunidad más caída del cielo para confrontar a su colega de primero séptima. Se apresuró para salir, los alumnos de los años menores habían salido antes que él. —Ya se debe haber ido.— pensó en voz alta. —¿Quién?— preguntó Anahí que llegó a oírlo. —Nadie...— contestó él restando importancia. Siguió buscando con la mirada a Elizabeth, hasta que finalmente la encontró. Apoyada sobre un vehículo estacionado en la vereda próxima a la escuela. No estaba sola, varias compañeras estaban con ella acompañándola. A pesar de la fama innecesaria que Nahuel cargaba sobre sus hombros. Siempre buscó pasar desapercibido y acercarse a la muchacha ahora, era lo mismo que anunciarse con un reflector, no le importó. —¿Me esperabas?— le preguntó abordándola repentinamente.

Elizabeth alzó la mirada que tenía perdida entre la muchedumbre. —No eres el centro del universo y no espero a nadie. Me despido de mis amigas.— le contestó con cierto tono irritante. Él creyó que Elizabeth simplemente se estaba haciendo ver para no parecer inferior a él. Después de todo la jovencita era veinte veces más sociable que el delegado de turno.

—Está bien, lo tomaré como una coincidencia.— dijo él acercándose un poco más al pequeño grupo. —Serán dos semanas, un tiempo prudencial, incluso para enfriar nuestra charla pendiente.— sin dar demasiados datos, Nahuel buscaba zanjar su situación.

—No sigas...— la voz de Elizabeth no mostraba incomodidad solamente, sino que se sentía fastidiada.

Con un gesto de conformismo, Nahuel le daba la razón. —Dejémoslo cómo está.— aceptó. —Hasta luego.— se acercó para saludarla con un beso en la mejilla. Sin embargo, con un ligero y sencillo movimiento apoyó sus labios sobre los de ella. Un contacto cortó, quizá un segundo eterno, que enmudeció a la chica. La sonrisa de Nahuel reflejó un acto triunfante de su parte. Muy satisfecho, lleno de arrogancia y conformismo se alejó acompañado por la sorpresa y la aclamación de aquellas que la acompañaban. Sintió que debía reaccionar, las mismas chicas se lo pedían a gritos. No obstante, él, ya se había alejado lo suficiente para no ser alcanzado por las palabras. Así mismo, no se detuvo, caminó ligero, no le dio oportunidad de respuesta prefería irse con su gloriosa victoria, aún fresca. Cuando subió al bus supo que ya no sería alcanzado por su amiga menor. Aunque él sabía muy bien, que ella no iba a seguirle, no después de dejarla con la guardia baja en evidencia y derrotada.

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