Capítulo 10

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*—Levanner:

¿Qué había hecho?

Levanner miró por la ventana hacia la brillante mañana que se alzaba con el día, tan clara y hermosa, muy diferente a como estaban sus pensamientos, los cuales parecían un túnel oscuro lleno de caminos sin salidas.

No podía creer que había ido a buscar a Aydee y que se hubiera encontrado con tremenda sorpresa.

¿Aydee embarazada? ¿En estado de él?

Las manos de Levanner se apretaron formándose puños. Nunca se lo hubiera imaginado, pero eso era lo que sucedía cuando tenías sexo sin protección y no tomabas las correctas decisiones.

Se pasó una mano por el rostro cansado.

Y mierda, sí que no había tomado las correctas decisiones.

¿Por qué? ¿Por qué había sucedido esto?

Aydee era su mejor amiga, era como su hermana. Habían estado juntos toda su vida y esto que estaba sucediendo parecía irreal.

¿Cómo pudo embarazar a su mejor amiga? ¿A su amiga que consideraba como su hermana? ¿Cómo fue que no pudo ser la persona que tuviera la razón esa noche? ¿Por qué mierda dejó que algo así sucediera?

Levanner no tenía las respuestas a algunas de estas preguntas y tampoco tenía perdón por ello. No se lo merecía. Ni tampoco se merecía que Aydee lo perdonara por como actuó al verla. Fue tan grosero y estuvo tan lleno de ira que terminó arremetiendo contra ella, haciendo que casi cayera en el suelo y que provocará una desgracia. Si no hubiera reaccionado rápido la habría lastimado, aunque al final si lo hizo, pero con sus palabras.

Aun recordaba las cosas feas que le había dicho, algo que nunca pensó que sucedería, pues veló por tanto tiempo por ella que en su vida habían discutido por algo más que no fuera por los imbéciles con los que salió, pero eso solo fue Levanner quejándose de sus malas decisiones. Esto era algo de otro nivel.

Aydee no se lo merecía, sí, pero maldita sea, lo había engañado.

¿Cómo pudo ocultarle tan importante noticia? ¡Hablaban de un hijo en común! No era algo sin importancia de lo que hablaban. No era un juguete o algún objeto, era una vida, una vida que habían procreado juntos en una noche de pasión.

Levanner se apoyó contra la ventana de cristal y suspiró.

No entendía por qué había tomado esa decisión sola. Comprendía que las cosas entre ellos estaban feas, pero lo más correcto que debió hacer fue decírselo desde que lo supo y desde que eligió tenerlo. Aunque quien sabe, Levanner no sabría como hubiera actuado. Quizás hasta peor que ahora. Solo el momento lo hubiera dicho.

Sin embargo, fue muy horrible lo que hizo. Se lo ocultó por cinco meses, cinco malditos meses. Era más de la mitad del periodo de gestación. Debió de habérselo dicho, pero prefirió ocultarlo. No comprendía su decisión, pero solo lo sabría hablando con ella. y si tenían que hablar de ello. Este era su hijo y esto era algo que compartían, pues reviviendo los meses pasados y todo lo que pasó con sus raros síntomas, ahora comprendía que lo que pasó entre ellos era algo más profundo de lo que se imaginaba. La conexión era tan fuerte entre ellos que hizo que Levanner fuera quien sintiera sus síntomas.

Esto era de locos y Levanner no era un hombre que creía en tonterías, sin embargo, el destino se lo jugó sucio esta vez.

—Pareces perdido en tus pensamientos —escuchó que decía una voz detrás de Levanner y este se volvió para encontrarse a Stephen caminando hacia él con una humeante taza en sus manos.

👼🏻 Compartiendo Un Regalo 🎁 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora