XVI. Cuentos para dormir

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16 de agosto de 2003 ( actualidad )

—Has estado llorando.

Harry inclinó la cabeza hacia abajo, doblando el papel con frustración, ¡No cooperaría! 

—¿Dime cómo esto se considera un arte, otra vez?

Draco entró en la biblioteca y acercó la silla opuesta a la suya, a través de la pequeña mesa barnizada. Se sentó en el asiento con su facilidad y gracia habituales y tomó otra pieza de la pila. El piso alfombrado ya estaba lleno de intentos fallidos de Harry; Draco estaba sinceramente sorprendido de que quedaran algunos cuadrados de pergamino.

Empezó a doblar las esquinas con cuidadosa precisión.

—Harry.

—Draco—respondió Harry, su cansancio era evidente en su voz.

El rubio arqueó una ceja pero no se detuvo en su plegamiento. 

—Sé que algo te está molestando. ¿Qué te dijo Severus?—cuestionó.

—¿Qué tiene que ver Snape con todo esto?—Harry murmuró suavemente. Draco no pasó por alto que el otro chico no había negado su afirmación. Dobló otra esquina con un dedo deliberado y Harry reanudó sus intentos en su propio papel. Draco miró con cautela la cabeza inclinada del moreno y tomó la pluma cerca del borde del escritorio. Grabó palabras rápidamente en el pergamino antes de reanudar su plegado.

—Empezaste a comportarte de manera extraña justo después de su última visita y desde entonces te comportas como si alguien te hubiera robado la tarta de melaza—afirmó con naturalidad.

Otro pliegue.

—Snape tiene ese efecto en la gente—le dijo Harry, mirando hacia arriba y sonriendo levemente.—Merlín, soy terrible en esto—agregó con una risa forzada.

Draco permitió que la conversación cambiara. 

—Hyperion es bastante bueno en esto. Cosas simples, por supuesto, pero se muestra prometedor. Le da algo que hacer, al menos. Creo que cuanto mayor se hace, más difícil se vuelve encontrar cosas para ocuparlo. Está envejeciendo lo suficiente como para darse cuenta de que todo esto no es normal...—Draco suspiró levemente y luego sonrió disculpándose a Harry por expresar sus pensamientos en voz alta. Harry realmente no necesitaba más estrés y culpa en su vida.

Harry se mordió el labio inferior entre los dientes, evitando deliberadamente la mirada de Draco una vez más. El silencio era ensordecedor, pero continuaron doblando en él, hasta que pasaron varios minutos y Draco se puso de pie, y caminó alrededor de la mesa para pararse detrás de Harry. Inclinó la cabeza hacia abajo para que su boca estuviera cerca de la oreja de Harry.

—Nunca te obligaré a que me digas nada... Entiendo que algunas cosas preferirías guardarlas para ti y esa es tu prerrogativa. Aunque... estoy aquí para ti, ¿de acuerdo? te prometo, Harry, pase lo que pase, estoy aquí para ti—Draco le dijo gentilmente antes de presionar un beso en la mejilla de Harry. La acción encendió la piel de gallina en la parte posterior de su cuello de una manera no desagradable y Harry abrió la boca para responder, para decir algo, cualquier cosa, pero luego Draco había empujado algo en su mano y el calor que había estado acunando su espalda se retiró. Harry se quedó solo en la biblioteca antes de que pudiera hablar.

Salió de su estupor y bajó la mirada a su regazo. Allí, en su mano derecha, sostenía lo que Draco había estado creando tan hábilmente: un corazón de origami perfecto. Ciertamente no era la pieza más complicada que había visto hacer a Draco; Harry lo había visto varias veces haciendo una variedad de criaturas, como grullas de papel y ranitas con su hijo para ayudar a pasar el tiempo.

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