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P.O.V Natasha.

Miré el reloj por enésima vez, 6:30. Aún me quedaban dos horas y media para ir a trabajar pero era la quinta vez que me despertaba en la noche así que decidí levantarme. Todos los días era la misma historia. Ya no me acuerdo del día en el que dormí más de 3 horas seguidas.

Me arrastré hasta el baño. Me mire al espejo y vi las ojeras debajo de mis ojos. Ahí están siempre. Nunca se van. Llevaban ahi desde que tenia cuánto ¿13? ¿14? no sé, ya no lo recuerdo. Me quito la ropa lentamente mientras me sigo observando en el espejo. Me noto más delgada. ¿Cuánto pesare? No lo sé. ¿Cuándo fue la última vez que comí algo decente? Tampoco lo sé. 

Me metí a la ducha que siempre era la encargada de quitarme de encima todo mis problemas y preocupaciones, por lo menos durante el tiempo que estuviera bajo el agua. Ducharme es terapéutico para mí. Nada en este mundo me gusta más que ducharme o darme un buen baño. Creo que es incluso mejor que el sexo. No sé, hace mucho que no lo hago.

Después de 20 minutos bajo el agua y haberme lavado el pelo y el cuerpo decido que es buena hora de salir de la ducha. Serán aproximadamente las 7. Tengo que ir a prepararle el desayuno a Yelena. Me pongo la primera bata que veo tendida en el perchero y salgo a la cocina.

Yelena es mi hermana pequeña. La llevo cuidando desde siempre aunque legalmente soy su tutora legal desde hace 10 años. Desde que cumplí los 18 y encontré un trabajo que me diese el suficiente dinero como para poder mantenernos a ambas y poder estudiar. Agradezco haber sido una buena alumna toda mi vida porque si no no se donde estaría ahora. 

Después de años de sacrificio, estudiar y trabajar para sacar adelante a Yelena pude graduarme de la universidad y ser la mejor de mi promoción. Gracias a eso ahora estaba trabajando en una de las mejores universidades de aquí. Aunque era mi primer año dando a clases a universitarios, no seria muy diferente a los de secundaria, ¿no?

Nunca he sido muy cariñosa que digamos, y menos después de todo lo que paso pero con Yelena es diferente. Para mi Yelena es mi mundo entero, no sé que sería de mí si le llega a pasar algo. Ella es lo único que tengo. Y yo soy lo único que le queda.

Estoy ya en la cocina batiendo la mezcla para hacerle unas tortitas de arándanos a Yelena, es su primer día del tercer año y quiero que sea lo más feliz posible en su primer día. Termino de batir todos los ingredientes y antes de añadir la leche, echo unos arándanos en trocitos. A Yelena no le gusta los trozos grandes. Sigo batiendo mientras incorporo la leche y una vez que ya esta todo bien mezclado empiezo a echarlos a la sartén.

-¡Buenos días Nat! -Yelena entró corriendo en la cocina y vino hacia mí y me dio un beso en la mejilla. -¡hmmm! que bien huele. ¿Estas haciendo tortitas? -Asiento con la cabeza. -¡DIOS NAT! ¡Eres la mejor hermana del universo!
-Buenos días -la mire- la única hermana que tienes y que vas a tener.
-Bueno quién sabe -dijo sentándose en uno de los taburetes de la isla de la cocina. -A lo mejor papá y mamá tienen algo escondido por ahí.
-No me sorprendería después de la mierda que tienen escondida y sabemos.
-¡NAT! Eso es pasado ya. Ahora estamos tú y yo aquí, solas, como siempre quisimos. Deja de amargarte por algo que ya no puedes cambiar.
-Ya sé, ya sé. Tienes razón.
-Pues como siempre сестра. -Yelena sonrió. Literalmente creo que hermana es la única palabra que recuerda del ruso.

Le dejo las tortitas encima de la mesa y le doy un beso en la cabeza.

-Я очень люблю тебя, сестра. -le dije mientras iba hacia las escaleras.
-Eso serás tú. -la miro y se ríe. -¿Qué? No sé que has dicho, así que por sí es un insulto.
-Una ya no puede querer mucho a su hermana pequeña.
-¡AAAAH! ¡YO TAMBIÉN TE QUIERO NAT! -gritó mientras yo subía las escaleras riendo.

The Day I Met You ~Wandanat.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora