IX

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—¿Por qué quisiste volver a verme?

La interrogante blanquea por un momento, la mente de la contraria. Mueve los labios sin saber qué contestar.

—Yo..

—Creí que me odiabas por dejarte deseosa.

Ella hace una mueca de molestia, recordando lo mal que la pasó aquel día.

—Cállate, Jungkook.

El varón, ante su orden, abre los ojos incrédulo.

—¿Qué dijiste?

—Que no me recuerdes eso.

Él, por su parte, ríe.

—¿Por qué cada vez que te mando a repetir algo no lo haces de la misma forma? ¿Tanto miedo te causo?

Ese par de preguntas frustró a la fémina, quien quería levantarse del asiento e irse, sintiéndose ofendida ante su cualificación.

—Te dije que te callaras— repite, manteniendo el contacto visual. Sentía más rabia que intimidación.

—No eres nadie para perdirme que me calle.

—Tengo derecho a hacerlo— contraataca.

—¿Desde cuándo las mujeres tienen derecho a atacar a un hombre?

—Ustedes como siempre sintiéndose superiores a quienes les dieron a luz ¡No saben lo vulnerables que fueran sin nosotras!— su sangre hirvió al escuchar la respuesta del varón, ella odia el machismo.

Jungkook se levanta de su lugar, observando de manera intimidante a la chica, quien finalmente logra enfrentar su mirada.

—No vuelvas a gritarme— ordena seriamente.

Ella se levanta de igual forma, y rodea la mesa, quedando cerca de él, y casi a su misma altura, gracias a su calzado.

—¿Qué harás si vuelvo a hacerlo?

Increíblemente, el pelinegro no pudo evitar sentir un poco de debilidad ante su actitud demandante, no está acostumbrado a que lo contradigan, y menos que lo enfrenten; si fuera un hombre, ya estuviera muerto. Pero, obviamente, no demostraría inseguridad ante ella, así que se acercó más.

—Podrías arrepentirte— susurra.

Ríe sarcásticamente.

—¿Qué es tan atemorizante así?

Jungkook no menciona nada más, observa sus labios, dispuesto a atacarlos para hacerla callar de una vez, y que deje de enfrentarlo. Lo haría para ablandarla, y que volviera a estar a sus pies, como lo ha estado desde que se conocieron.

Yeji no puede evitar imitar la acción del varón, volviendo a caer en sus encantos, justo como él quería.

—¿Qué estás viendo?— interroga ella.

El pelinegro, harto de escucharla hablar, chasquea la lengua y la toma por su nuca, preparándose para unir sus labios.

—¿No puedes estar callada ni dos segundos?— cuestiona, sin dejarla responder, ya que atacó sus labios inmediatamente, buscando el silencio en ella, y que se dejara llevar.

Sus labios se fusionaron en un beso hipnotizante para la chica. El pelinegro deslizó sus caricias desde sus hombros hasta su cintura. Inmediatamente la felina reaccionó, separándose.

—No, no podemos hacer esto aquí.

Él la observa confundido.

—¿El qué?

Stay Alive |전정국| ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora