#3. EL COMPROMISO (Parte 1)

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—Vamos, cariño, despierta. Hoy vamos a Asgard —me dijo mi madre.

Me levanté absolutamente emocionada por primera vez desde que mi padre murió y dejó el reino en manos de madre, un reino que yo heredaría cuando cumpliera la mayoría de edad. Aunque por aquel entonces mi edad equivalía a 8 años humanos.

Era un niña ilusa, a la que le encantaba leer y pasar horas en el jardín, un jardín que me pertenecía sólo a mí. Mi madre me contó que no era la primera vez que había estado en Asgard, que ya viajé cuando era más pequeña aún, aunque no lo recordaba.

Mi madre me vistió con mis mejores galas mientras no paraba de contarme historias de aquel maravilloso reino, aunque la mayoría ya las había leído.

—Es la hora —me dijo mi madre tomándome de la mano.

Y salimos del inmenso palacio escoltadas por nuestros mejores guardias y subimos a un altar redondo de piedra con un extraño símbolo grabado. Mi madre y yo nos situamos en el centro mientras que los guardias nos rodearon dándonos la espalda.

—HEIMDALL —gritó mi madre.

Y de pronto un haz de luz multicolor nos envolvió a ambas antes de deslizarnos por él a toda velocidad para, después, aterrizar en una sala donde el guardián de Asgard nos esperaba junto a una mujer.

—Elena, cuanto tiempo —dijo la mujer dándole un cálido abrazo a mi madre.

—Frigga, no nos veíamos desde... —mi madre no fue capaz de continuar al recordar a mi padre.

—No sabes cuanto lo lamento. Debe de ser muy duro.

—Lo es, pero al menos tengo a alguien por quien seguir adelante.

—Tú debes de ser _________, has crecido mucho —me dijo Frigga y yo me escondí tras mi madre.

—Es tímida al principio.

—Tengo dos hijos que son más o menos de tu edad. ¿Quieres que te lleve a jugar con ellos mientras tu madre y yo charlamos? —dijo Frigga y yo negué con la cabeza mientras me aferraba más a la falda de mi madre.

—Pero si estabas emocionada por venir, cariño. ¿Qué te ocurre? —me preguntó mi madre.

—Yo... quería ver los jardines que leí que había en Asgard —dije tímidamente.

—Oh, ¿te gusta la botánica? —me preguntó Frigga, a lo que yo asentí mientras me apartaba un poco de mi madre—. Pues entonces vayamos a los jardines, allí podrás estar el tiempo que quieras.

Frigga me tendió la mano con una sonrisa y yo se la tomé mientras subíamos al carruaje con el que cruzaríamos el puente hasta Asgard.

Aquel reino me impresionó, era incluso más grande que el mío. Cuando llegamos al palacio Frigga me condujo directamente a los jardines donde quedé boquiabierta, tan sólo con un vistazo me di cuenta que había plantas que no tenía en mi jardín y fui corriendo para observarlas mientras nombraba aquellas que sí conocía.

—Sabe bastante de botánica —escuché que dijo Frigga.

—Sí, cuando mi esposo murió se refugió en su jardín, decía y sigue diciendo que las plantas son sus amigas, que ellas la ayudan a sanar.

—Y quizás tenga razón, Elena, cada persona lleva el duelo a su propia manera. Es mejor que nos retiremos para hablar.

—¿Y Odín? No estará presente.

—Odín me ha confiado este tema a mí.

Oía las voces cada vez más lejanas, hasta que desaparecieron por completo y me puse a investigar el jardín más a fondo. Había flores con un perfume tan intenso que casi hacían marearme, otras muy hermosas pero sin fragancia; encontré una zona dedicada a las plantas medicinales, hasta que llegué a una zona amurallada dentro del propio jardín y, al asomarme por los barrotes de la entrada, pude distinguir plantas letales, quizás el por qué del muro, algunas de ellas eran tan tóxicas que podían matarte con sólo tocarlas.

LOKI LAUFEYSON // HISTORIAS Y ONE-SHOTS 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora