Capítulo 17: la dádiva de Francisco

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Importante: cada publicación cuenta con palabras o conceptos marcados en negrita, los cuales tienen su correspondiente explicación al final del capítulo, en un glosario

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Francisco Matus aprendió rápido. El primero de febrero ya podía bloquear, con la ayuda de las elegidas que allí se encontraban, la energía de su vestimenta, pues mientras permanecieran juntos sus poderes crecerían. Las vibraciones negativas de la ropa de los humanos no se irían con el lavado ni con el detergente más efectivo. No había, desde luego, ninguna sustancia procedente de algún aceite mineral más apropiado que la inigualable capacidad que despertaba en el elegido su amatista. Ya no tenía que estar desnudo.

El esfuerzo debía ser consciente y constante. Permanente. El camino, por lo visto, sería largo. Aún faltaba que su hermana dominara sus energías y consiguiera leer las señales que ya habían comenzado.

Según le informó Rosa, Vibi era el punto de unión entre los cinco elegidos. Sus tres compañeras habían sido estudiadas, tal como lo hicieron con él, y llevadas hasta el subterráneo de la morada de Yoshiki. Vibeke debía despertar por sí misma del largo sueño en el que estaba sumergida. También tendría que comprender que esas visiones eran una pequeña prueba de su don. No solo podría, con el tiempo, ver lo que había sucedido en el pasado. Sus sueños no serían un oráculo determinista, pero sí les mostrarían a los elegidos y a la nueva rebelión probabilidades inimaginables. Ese era su verdadero poder, pues estaba destinada a ser la dueña de una fuente neurobiológica pocas veces vista. Con ella, simularía futuros posibles al integrar la información del pasado, arrebatada por el botón neutralizador, y las experiencias venideras. Así, debelaría un montón de caminos que forjarían el porvenir de la especie humana.

La dádiva con la que el universo había dotado a Pancho era otra. Luego de la primera visión, Nicole, conocida como Tanu, le enseñó las grabaciones obtenidas por los visores panorámicos de los soldados del exterior, verdaderos mártires de la insurrección. Al instante, Francisco Matus supo que lo que había contado mientras estuvo desnudo, sentado en esa silla solitaria y fría frente a tantos desconocidos, fue lo que ocurrió en ese preciso momento, afuera de la cúpula, en pleno apagón. Consiguió ver lo que sucedía sin ser visto. Imaginó que a partir de entonces sería los ojos y oídos de la rebelión y así se esforzarían por descubrir los ignotos motivos que desencadenaron tantas aberraciones. Tenían que juntar material. Poner en evidencia a toda la hegemonía que manejaba el sistema. Francisco sería el mayor testigo. Podía desdoblarse.

Domo 24 [Vol. 1] El Apagón 🔞 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora