Importante: cada publicación cuenta con palabras o conceptos marcados en negrita, los cuales tienen su correspondiente explicación al final del capítulo, en un glosario.
La madre y la hija estaban esposadas, tiradas en el suelo, junto a decenas de personas que permanecían inconscientes; sin embargo, la mayoría, aún de pie, intentó terminar el trabajo de los robots dados de baja.
Móviles en mano. Cámaras activadas. Los teléfonos grababan, pero la señal dejó de funcionar. No había conexión. El resto de las ciudades y municipios desconocía lo que estaba sucediendo en Bahorrina.
Cuerpos de policía cercaron el lugar. Aguardaron, entre el ajetreo de la situación y las palomas robóticas desapercibidas, la llegada de más refuerzos para iniciar la ejecución.
Los agentes y militares que lidiaban con el alboroto provocado por los robots presionaron sus audífonos, activando sus tapones. Al verlos, un civil astuto gritó a los caóticos ciudadanos que protegieran sus oídos con sus manos.
Bajo la tierra, las ruedas tractoras desprendían chispas provocadas por la fricción con los carriles. Las vagonetas de acero carbono viajaban a gran velocidad. Sobre ellas, valientes personas se alumbraban con las linternas de sus cascos. Un grupo de rebeldes del domo, junto a varios esclavos y miembros del Mundo sin Luz, cargaban un arsenal poderoso.
Arriba, sobre los túneles construidos en el silencio, la sirena de los megáfonos comenzó débil, pero la gente se alejó rápido de la línea demarcada en el suelo. El aumento en su potencia provocó un molesto pitido en los oídos de aquellos que permanecieron en las calles. Las manos no sirvieron de mucho. La encapsulación de inocentes había comenzado.
De pronto, enormes placas de acero emergieron de las alargadas aberturas dispuestas en el frontis de las edificaciones. Desde la rebelión de los otros que no eran utilizadas. Una oscuridad absoluta irrumpió en el interior de cada construcción. De ese modo, se aisló a todo aquel que por curiosidad había oficiado como espectador pasivo a través de las ventanas y puertas. El sistema protegió a los dueños de esos ojos curiosos. También, los cegó. No podrían ver en directo el malévolo plan militar: la ejecución de los humanos que entorpecían el procedimiento policial. Esa era la idea. La instrucción del presidente del domo fue clara. En la premura por dar una solución efectiva a la agitación, ese mandatario, quien gozaba de cierta popularidad, puso su nombre en la lista de los tiranos de la semiesfera.
ESTÁS LEYENDO
Domo 24 [Vol. 1] El Apagón 🔞
Ficção CientíficaLa Tierra: año 2310. Vibeke, una chica de clase alta. Max, el vocalista de un grupo idol. Doce millones de personas dentro una cúpula que los protege del exterior. Un botón que neutraliza las memorias y una tecnología que inserta recuerdos falsos. D...