Domo 24 [Vol. 1] El Apagón 🔞

Capítulo 2: el ángel que quemó sus alas

Importante: cada publicación cuenta con palabras o conceptos marcados en negrita, los cuales tienen su correspondiente explicación al final del capítulo, en un glosario.

Segundo año de secundaria. Curso mixto. La cámara grababa. El salón era grande, colorido y en cada espacio de las murallas se exhibían los trabajos de los estudiantes. Una pizarra digital proyectó en su costado derecho el holograma de una profesora virtual que enseñaba sobre la devastación climática y los motivos por los cuales se erigió el domo.

Abajo, en uno de los suburbios del refugio, dentro de un gran centro de ayuda social, de rojos y desgastados ladrillos, cientos de niños vieron en unas pantallas gigantes la proyección de la profesora y la pizarra digital de ese colegio. Tras los televisores, esa sala de clases pareció tan lejana e inalcanzable como las nubes del cielo. Los alumnos de la parte alta debieron ser «ángeles» al estar tan cerca de él. Arriba de la enorme pizarra, se leía el lema del domo: Veritas nunquam perit -la verdad nunca muere-, con letras metálicas doradas. Esto recordaba que allí se tenía conciencia del pasado y que con base a la cruda verdad se había construido la identidad de esas personas. La honestidad con el pueblo era crucial. Al lado izquierdo de la puerta, una serie de normas para mantener la sana convivencia dentro de la sala les recordaba a los privilegiados estudiantes que los compromisos que habían asumido se debían respetar. En la zona vulnerable, en cambio, los niños y niñas prestaban atención ante el temor que les provocaba ver a sus inspectores robóticos que emitían un sutil sonido, pero perturbador.

En El Edén, las paredes de la sala de clases, pintadas de amarillo con franjas horizontales de color turquesa y salmón, disimularon el entristecido rostro de una menuda niña de pelo rosado y pecas, quien lloraba silenciosa junto a la imparable lluvia del exterior. La joven empuñó una de sus manos, con la cual apretó un papel con una nota anónima. Los pupitres individuales daban asiento a veinticuatro alumnos. Sentada al final del salón, la pequeña sollozaba procurando pasar inadvertida, aunque con sutileza las miradas morbosas de sus compañeros se concentraban en su reacción. Sin embargo, una joven cuyo rostro casi no se veía, de melena turquesa, con un flequillo de tijeretazos irregulares que acababa en tonos morados y rojizos, se acercó a la chica para darle apoyo. Al ser reprendidas por la profesora, la adolescente que le brindó contención a su compañera agarró su mano y escapó con ella por los pasillos del segundo piso del establecimiento. Mientras, los veintidós alumnos restantes rieron y comentaron cómo una mujer de su casta podía ser lesbiana y tener una relación con una muchacha ordinaria. La chica de quince años, de cabello tricolor, enfocó la mirada en los labios de su triste compañera. Los besó. Luego, permanecieron mudas por unos minutos.