4

4.2K 289 6
                                    

Los había sacado de ahí, era horrible esa sensación, quería un poco de paz. Apenas pasé el día completo con ellos, y los dejé en un departamento, no dejarían Roppongi tan fácilmente, asique estaríamos en contacto, apenas llegué a Shibuya, me introduje al hospital, esta vez tendría que dar consultas, estaría bajo supervisión, nada complicado, asique iba bien, pero, había llegado un funcionario de la salud, y tuvieron que suspenderlos hasta que se vaya.

Claro que eso no duró mucho ya que pronto empezaron a transitar las calles, habían llegado a casa muy repentinamente, llevándome con ellos, además que algunos de ahí les hacían paso, era extraño.

— Disfrútalo Aiko – Ran tomó mi mano entrelazándola, al igual que Rindou – esto, es lo que sucede cuando eres fuerte, admirada y temida por el bajo mundo de los pandilleros.

— Es una sensación extraña – y era verdad – supongo que es, algo excitante en algún sentido.

— A tu edad cometimos muchas cosas, y tú vas por un camino extraño, sigues las leyes, pero a la vez las desafías – miré a ambos, se veían guapos.

— Me gusta esta sensación.

— No te embriagues de ella – dijo Ran, sólo asentí, continuando con nuestro camino, llegando hacía un objetivo fijo, algo nuevo – aquí la tienes.

— Se demoraron, pero no importa – miré frente a mí, al mismo chico que hasta hace poco me llenaba de curiosidad – la pequeña reina, sigo diciéndolo, eres una chica bonita, y especial.

— Gracias supongo, aunque, no te conozca lo suficiente para poder alagarte de la misma manera – me acerqué un poco más mirando sus ojos violetas – por el momento diré que eres atractivo.

— Vaya chica, dime, ¿quieres ser parte de nosotros?

— ¿De ustedes?

— Eres fuerte, he notado como te ven los demás, dime, ¿qué más sabes hacer?

— Te sorprendería muchas cosas, pero, ¿qué quieres que haga? No es algo normal que me llamen para charlar.

— Cierto, queremos que vengas con nosotros, una pequeña pelea, será divertido, ¿qué dices? – miré a Ran y a Rindou que se veían relajados.

— Supongo que deberé cancelar ciertas citas.

— Eso es excelente.

Una pequeña pelea, claro, era más que una pelea, era la declaración a mi éxtasis, era mi momento de brillar, había sido una de las masacres más grandes de la historia en Ueno, Asakusa y Akihabara, tres barrios pequeños lo suficientemente peligrosos, había sido genial, y por primera vez, admiré a Izana, no como un líder, lo vi verse como un hombre, algo temible, pero, sabía que estaba mal de la cabeza cuando admiré su sonrisa.

Fui más reconocida desde esa vez, y desde aquello, mis visitas a Izana fueron más constantes..., hasta que un día, sólo se fue, Ran y Rindou me pidieron que le diera tiempo, y eso hice, pero, nunca volvió..., dos años desde aquello.

Asiqué opté por ir a casa, a medio camino me tope con Takemichi, estaba golpeado, asique lo lleve a casa, se veía diferente.

Cuando llegamos, la tía no llegaba aun y Take se puso a llorar en mi hombro abrazándome.

— ¿Qué sucede? No es normal en ti esto – golpee su espalda, pero, cuando se separó parecía que el Take que conocía no estaba.

— Es sólo que no creí que te vería hoy, Aiko-nessan.

— Suspendieron mi trabajo, hasta que el inspector se vaya, dime, ¿qué sucedió?

— Un encuentro con un tipo, ahora somos las perras de Kiyomasa.

Reina de Tokio - Manjiro Sano (Mikey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora