~Capítulo 3~

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Whitney

El frío aire nocturno refrescó sus pulmones. Nada la hacía sentirse tan viva como volar, nada. Whitney no sabía cómo podría vivir sin volar; desde que tenía uso de razón, volar era parte de ella, algo que la definía. Era la hija de Peter Pan, el niño que volaba, y ella había salido a él.

Mucho más arriba, a una altura que ella jamás podría alcanzar, Viseniam y Pherses brillaban con fuerza.

—La segunda estrella a la derecha —susurró Whitney sola en el cielo— y todo recto hasta al amanecer para llegar al País de Nunca Jamás.

Podría desviarse, seguir el camino que le marcaba Pherses y llegar hasta su hogar. En Nunca Jamás no había problemas, nada de hadas madrinas pegajosas con hijos.

Pero no podía ir. Ya no era una niña, debía dejar de actuar como una. No podía huir de sus problemas. Tarde o temprano la encontrarían y tendría que hacerles cara.

—Papá tiene razón, crecer es una pérdida de tiempo.

Whitney descendió un poco cuando llegó a la residencia de Evie y Mal. Esperaba que no se moletasen por esa llegada inesperada. A pesar de tener las cortinas cerradas, una ligera línea de luz podía verse en la ventana.

Whitney llamó con toda la delicadeza que pudo, preparando su mejor cara de disculpa, pero cualquier gesto que pudo poner se borró cuando Evie le abrió la ventana.

—¿Whitney? ¿Pasa algo?

A diferencia de esa tarde, cuando Evie le había abierto la ventana entre risas, Evie estaba congestionada por el llanto.

Whitney entró en la habitación. Evie estaba sola.

—¿Qué pasa? —le preguntó Whitney en lugar de responder—. ¿Es por lo de Mal de esta tarde?

Evie sollozó.

—Eh, vamos. Calma—Whitney abrazó a Evie. Ella la abrazó con fuerza. Whitney intentó consolarla sin éxito—. ¿Qué ocurre, Ev? Puedes contarme lo que sea.

De todos los escenarios posibles, nunca habría imaginado encontrarse a Evie así.

—Se ha ido... —contestó Evie, aún abrazada a Whitney—. Se ha llevado algunas de sus cosas y... y... a su madre.

El terrario de lagartija de Maléfica estaba vacío.

—¿Mal se ha ido?

Evie se despegó de ella.

—Me ha dejado esto...

Una nota, algo arrugada y mojada por las lágrimas de Evie, pero todavía. Parecía escrita a las prisas.

No puedo más, no soy como tú, y nunca podré serlo. Auradon es tu sueño y el de los chicos. Lo he intentado, de veras que sí, pero no es suficiente. Nunca es suficiente. Vuelvo a la Isla. No me busques. Despídete de Ben, Carlos, Jay y Whitney por mí.

Evie se sentó en la butaca mientras Whitney leía la nota. Tuvo que releerla varias veces para comprobar que su comprensión lectora no le estaba jugando una mala pasada.

Mal se había ido de vuelta a la Isla de los Perdidos, aunque no lo comprendía del todo. ¿Mal, quien tanto había luchado por estar allí a pesar de las dificultades, se iba así sin más? ¿Qué sería de Ben?

—Discutimos después de que te fueras —dijo Evie. Hizo una pausa para sonarse—. Lleva meses sin encontrarse bien. Esos... esos ataques hacen que sus poderes se descontrolen.

—No lo entiendo —dijo Whitney arrodillándose al lado de la butaca—. Parecía feliz después de la coronación...

—Parecía, tú lo has dicho. No le gustaba nada, Whit.

Nunca digas Nunca Jamás ~Harry Hook~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora