~Capítulo 4~

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Carlos

Solo llevaba a Colega a aquellas pequeñas excursiones que hacía de vez en cuando, aunque ahora que el perro podía hablar se lo estaba replanteando.

-¿Por qué hemos venido hasta aquí? -preguntó Colega. Le encantaba su reciente capacidad de hablar, y no paraba de hacer preguntas o algún comentario fuera de lugar. Por el momento, solo Mal y él sabían que Colega hablaba-. No pensarás en dejarme allí, ¿verdad?

-Ya estuvimos antes aquí y no te dejé -contestó Carlos.

-Pero antes no podía hablar. ¿Te molesta eso?

-Por supuesto que no.

-Nunca me dijiste por qué venimos hasta aquí.

Carlos miró hacia la lejana mansión Hell Hall. No tenía el valor suficiente para ir más allá de la verja; se conformaba con ver el edificio de lejos e imaginar cómo sería por dentro. La primera vez había llegado por casualidad, o eso quiso decirse a sí mismo, pero luego había vuelto para mirar. Solo mirar.

Allí había vivido su madre, allí había encerrado a noventa y nueve cachorros de dalmata en espera de conseguir su adorado abrigo de pieles. Allí habría vivido Carlos si hubiera nacido en Auradon.

Carlos suspiró. No tenía ningún tipo de relación con el lugar, había nacido y crecido en la Isla de los Perdidos con los demás hijos de villanos. Y aun así seguía volviendo a mirar a través de aquella verja. Solo mirar, nunca dejarse ver ni acercarse demasiado.

Carlos había investigado un poco y había descubierto que en la actualidad la mansión era propiedad de su primo Hunter de Vil, y que este había convertido el sitio en un refugio de animales como modo de pedir perdón por los crímenes de su tía.

Carlos no conocía a Hunter, y no pensaba hacerlo en un futuro próximo. Le daba vergüenza conocer a su primo (quien, por lo que sabía, nunca había intentado ponerse en contacto con él). Le daba vergüenza admitir que iba hasta allí para ver el edificio de lejos. Le daba vergüenza pensar que Hell Hall era su casa perdida, a pesar de que nunca fue suya.

El edificio no tenía ni punto de comparación con su réplica de la Isla. Su madre había mandado construir una réplica de su antigua casa, pero nada que ver; la Hell Hall de la Isla de los Perdidos era pequeña y nada impresionante, la mansión de Auradon era imponente incluso desde la distancia.

-Oye, Carlos, ¿no vas a responder? -preguntó Colega.

Carlos estaba tan ensimismado mirando hacia Hell Hall que no había sentido su móvil. Apartó la cara de los barrotes.

Whit

Chico perruno
Estás ocupado??

No
pq?

Whit

Despacho de Ben
URGENTE!!!
No hables con nadie
RÁPIDO

Esperaba que no lo quisieran para algo relacionado con el Cotillón. Jane estaba de los nervios con el tema, siempre ocupada. Aún no había reunido el valor para pedirle que fuera al baile con él.

-Se acabó la excursión -le dijo Carlos a Colega-. Era Whit, ella y Jane quieren que haga algo para el Cotillón, creo.

-Me alegra ser un perro -dijo Colega-: puedo pasar todo el día tumbado sin trabajar y encima me dan todo gratis. ¡Qué buena es la vida perruna!

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Whitney

Nunca digas Nunca Jamás ~Harry Hook~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora