Nunca digas Nunca Jamás ~Harry Hook~

~Capítulo 17~

Carlos

Carlos creía que Jay acabaría volviéndose loco si aquel encierro involuntario duraba un día más. Desde su vuelta a Auradon, todos excepto Lonnie se habían escondido para trazar un plan que liberase a Whitney de las garras de Hook. No podían involucrar a nadie más para no causar una emergencia nacional.

¿La hija de Peter Pan secuestrada por nadie más y nadie menos que Hook? ¡Necesitamos al ejército!

¿Y de quién era la culpa? De los chicos de la Isla, que no paran de dar problemas desde que llegaron. ¿Seguro que es buena idea que sigan aquí?

No podían permitirse eso, así que tenían que actuar solos.

Mal había usado su magia para permitir que la experiencia fuera un poco más cómoda para todos, pero aún así era un suplicio. Habían escogido su habitación por ser la que permitía un acceso mucho más rápido que la de las chicas, pero Carlos empezaba a preguntarse si no hubiera sido mejor que las chicas fueran para la suya y ellos se quedaran allí. Cinco personas viviendo en una habitación pensada para dos era tan incómodo como sonaba.

Aunque Mal conjurase comida y otro colchón para dormir, Carlos sentía que no era suficiente para mantenerlos.

Jay casi se subía por las paredes, demasiado acostumbrado a pasar más tiempo al aire libre que los demás. Mal y Ben apenas se hablaban, y Carlos temía que en cualquier momento la tranquilidad del chico se fuera al garete y se convirtiera en un digno hijo de su padre, el rey Bestia. Evie hacía lo que podía por mantenerlos centrados a todos, pero incluso ella comenzaba a flaquear en su propósito. Aparte de Lonnie, solo dejaban salir a Colega de la habitación con la condición de que no hablara con nadie; habría sido un crimen encerrar al perro con ellos y Carlos estaría agradecido con Lonnie durante mucho tiempo por sacar a Colega de paseo siempre que pudiera.

Carlos se sentía inútil. Lo único que podía hacer era ayudar a idear un plan tras otro para rescatar a Whitney, pero todo lo que se les ocurría acaba igual: ellos solos no podían acabar con Hook y los suyos; necesitaban ayuda, y justo eso era lo único que no podían permitirse. Si por lo menos pudieran comunicarse con Dante podrían saber más o menos cuál era la situación en la Isla, pero la barrera impedía la comunicación directa entre Auradon y la Isla.

Con Dante descartado como posible informante, decidieron que Lonnie intentara colarse en palacio para recopilar información y ver si Hook había intentado hablar con alguien de Auradon, Auradon podría tener muchos problemas de seguridad (ejem, el museo, ejem), pero no andaban cortos de recursos en el palacio precisamente.

Con cada nuevo plan que descartaban (ya fuera por ser muy peligrosos, demasiado complicado o simplemente imposible) cada vez quedaba más claro que necesitaban ayuda.

Todo volvía siempre al mismo punto: ellos solo eran unos adolescentes que no podían competir con villanos de la talla de Hook, experimentados en mil y un enfrentamientos.

Carlos iba a perder la cabeza. La última noche había tenido una pesadilla en la que el encierro hacía que se volviera como su madre en su peor momento. Se había despertado con el corazón a mil por hora, asustando también a Evie, quien tenía turno de vigilancia esa noche.

Evie lo consoló como pudo, los dos evitando hacer mucho ruido para despertar a los demás. Su amistad había comenzado justo así, ellos dos contra el mundo. Carlos confiaba en Evie casi más que en Jay, y sabía que podía contarle casi todo.

Le habló de sus escapadas para ver la mansión Hell Hall y de que pensaba pedirle a Jane ser su novia antes del baile. Le contó algo que ni siquiera Jay sabía: tras la coronación de Ben, Carlos le había pedido al reciente rey que por favor le permitiesen a su madre tener su tratamiento en la Isla. Cuando encerraron a los villanos en la Isla de los Perdidos a nadie le había parecido importante que Cruella de Vil y muchos otros villanos continuarán recibiendo su tratamiento médico. Carlos estaba preparado para rogarle a Ben que le permitiese a su madre recibir el suyo cada día de entrega.