~Prólogo~

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—¡¿Y qué pasó después?! 

—Vas a espantar a los peces si hablas tan alto, pequeñaja —le contestó su padre. 

—¿Y qué pasó después? —susurró Whitney. 

Peter rio ante su ocurrencia. 

Padre e hija estaban pescando en el Lago de Aconit. Peter le había prometido ir allí si aprobaba su examen de historia, un éxito casi seguro dado que a Whitney le gustaba escuchar cuentos. Por la tarde había vuelto a casa orgullosa, trayendo su examen perfecto en una mano y una queja de su profesora en la otra. 

Wendy había enloquecido al leer la nota de la profesora, y él, para su desgracia, se atrevió a leer las quejas. Wendy casi lo castiga también a él por reírse del mal comportamiento de Whitney. 

—¡Se escapa volando, amenaza a niños con cortarles la mano para dársela de comer a cocodrilos y asusta a sus compañeros con historias de piratas!   —enumeró Wendy—. ¿Cómo puedes reírte en un momento así? 

Después de eso había cancelado la excursión, pero tras una promesa solemne de Whitney sobre no volver a hacer nada de eso, terminó por volver a dejarles permiso para irl. 

A Peter le gustaba la energía que tenía su hija: le recordaba a él a su edad. En realidad, Whitney era como él en muchos más aspectos que un comportamiento conflictivo. Su pelo rojo, su capacidad para volar (gracias a los dioses, casi había llorado cuando Whitney voló por primera vez), su más que buen gusto por la comida… Whitney había salido a su padre para gran desgracia de la población de Auradon. 

—¡Papá, papá, mira! —gritó Whitney señalando al cielo. 

Peter dejó de atender la ardua tarea de esperar a que los peces picaran, y siguió la dirección hacia la que Whitney señalaba. Allí, en el manto que se oscurecía poco a poco, estaban sus más fieles amigas: Viseniam y Pherses, las dos estrellas que servían como guía para llegar hasta Nunca Jamás.

—La segunda estrella a la derecha —dijo Peter señalando a Pherses, la más pequeña de las dos.

—¡Y todo recto hasta al amanecer! —continuó Whitney.

—¡Para llegar hasta el País de Nunca Jamás! —terminó Peter.

Whitney se levantó de un salto y comenzó a volar sin soltar su caña. Peter esperaba que no se hiciese daño por enrollarse con el sedal; Wendy lo echaría una bronca de campeonato si eso llegaba a pasar, y ambos ya tenían suficiente con la reprimenda anterior.

—¿Podemos ir, papá? —preguntó Whitney, flotando solo un poco por encima de su cabeza.

—Hoy no, pequeñaja, tu madre se enfadaría mucho con nosotros si la avisamos. Y se está haciendo tarde, mañana tienes escuela.

—Jo.

Whitney bajó y Peter empezó a recoger los bártulos de pesca. Cuando terminó, Whitney le dio la mano y los pies de ambos despegaron del suelo. ¿Por qué ir andando si puedes volar?

—¿Me puedes contar otro cuento antes de dormir? —preguntó Whitney. Bostezó antes de continuar—. Por favor, papá, uno sobre el capitán Hook.

—Por supuesto, pero después te vas a dormir sin rechistar.

Cuando llegaron a su casa, Wendy todavía estaba levantada. Cuando fue a recibirlos, Peter vio con horror que todavía tenía cosas que decirle.

—No pescamos nada —dijo Whitney con inusitada alegría, pero papá me va a contar historias sobre Hook.

—Solo una —se defendió Peter.

—Mañana tienes clase, Whit —respondió Wendy—. Que tu padre te cuente solo una, pero como vaya después a tu habitación y te vea despierta, le digo al príncipe Ben que no vas a su cumpleaños.

Nunca digas Nunca Jamás ~Harry Hook~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora