Veinticuatro: Es difícil tomar decisiones.

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El domingo por la mañana era por primera vez uno de los peores días para Shousuke, cuando la mayor parte del tiempo era de aquellos que más disfrutaba pues era un simple día de descanso donde podía hacer lo que deseara, el problema es que en ese instante no deseaba salir de la cama siquiera; se había envuelto en su cobija mientras le daba la espalda a Kei quien lo rodeaba con sus brazos y eso lo hizo llorar un poco la noche anterior, en algún momento tendría que dejar de sentir sus grandes brazos rodeandolo, ya no vería su lindo rostro cubierto por los mechones castaños de su cabello y en algún punto ese brillo lleno de amor y alegría que había empezado a reflejar en su mirada esmeralda se tendría que desvanecer.

—¿Ya despertaste? —escuchó a Kei murmurandole.

Se removió entre la cobija, hundiendo más su cabeza debajo de la misma, no quería que viera su rostro en ese instante pues se volvía más que obvio que había estado llorando, no deseaba ser parte de interrogatorios que no harían más que abrumarlo, sintió las manos de Kei alejándose de su cuerpo, se estaba levantando de la cama pero al no tener peso que ejerciera presión sobre la misma era difícil darse cuenta que eso pasaba; en menos de un instante Shousuke se giró sobre si mismo hasta conseguir tomar el brazo de su pareja, sosteniendolo con fuerza usando ambas manos en busca de retenerlo a su lado, como si le rogara que no se fuera, no quería quedarse solo ni por un segundo en un momento tan vulnerable como lo era ese.

—¿Shousuke? ¿Estás bien?

Apartó la mirada con rapidez, un ligero movimiento con la cabeza fue su afirmación, pero Kei no le creyó en lo absoluto, se acercó a su novio para mantenerse a su lado, sintiendo como lo abrazaba en ese instante, la cabeza de Shousuke se encontraba recostada contra su pecho, podía sentir algunos mechones de su cabello tocando su mentón, le proporcionó unas pequeñas caricias mientras sonreía, era agradable poder estar en situaciones así de tranquilas luego de haber experimentado tantas emociones desagradables que lo desmoronaban.

—Me gusta estar así contigo ¿Sabes? —murmuró entrelazando sus dedos entre sus mechones.

—Quisiera estar así para siempre.

—Yo igual.

Silencio absoluto luego de esas palabras, pasaron alrededor de cinco minutos antes de que fueran capaces de separarse del otro, Shousuke no lo deseaba, pero sabía que debía hacerlo, Kei por otro lado, aunque le gustaba estar de esa manera no se encontraba acomplejado por no abrazarlo todo el tiempo, después de todo, la noche entera había estado haciéndolo, aunque no podía negar que le extrañaba ese repentino deseo, o quizás necesidad, de amor con la cual su novio había despertado.

—Iré a tomar una ducha y a desayunar —avisó en murmullos que apenas fueron audibles gracias a lo silenciosa que era la alcoba.

—Te espero aquí, lo sabes.

Pudo ver una sonrisa en los labios de Kei antes de salir de la habitación, deseaba poder verla para siempre y detestaba que cada pequeña cosa que él hiciera o provocara lo dirigía de forma directa a pensamientos como "disfrútalo, no será para toda la vida". La desilusión que lo había golpeado el día anterior era grande, tanto que no podía evitar preguntarse ¿En qué momento se permitió enamorarse tanto? ¿Cuándo fue que su mente le otorgó el permiso de imaginar un felices para siempre sin pensarlo dos veces antes de aferrarse a el en menos de un mes?

Ni siquiera tuvo ánimos para darse una ducha, al entrar al baño solo cerró con llave y se deslizó por la puerta hasta caer al suelo, comenzando a llorar desconsoladamente por unos segundos antes de detenerse para abrir la llave de la tina, de esa manera no podrían escucharlo sollozar y nadie se entrometeria, pero sobre cualquier cosa, si Kei llegaba a acercarse al baño por alguna razón no tendría motivos para estar preocupado.

Pasó alrededor de media hora, Kei estaba en la habitación esperando con calma a Shousuke, la puerta se abrió justo cuando pensaba "¿Cuánto más tardará?" y se llenó de ilusiones al oír los pasos en el interior, sin embargo no era él, sino su madre.

—Hm, debe estar tomando un baño —la escuchó murmurar antes de cerrar la puerta de la habitación.

¿Shousuke no había ido a desayunar aún? frunció el ceño en confusión, tenía sentido pues no había regresado a su habitación para cambiarse y tampoco recordaba que se hubiese llevado algún cambio para hacerlo en el baño; todo eso generó que una mala sensación le recorriera el cuerpo, sumándole su extraña actitud mañanera lo hizo preguntarse si su pareja se encontraría bien. Salió de la habitación para ir al cuarto de baño, se detuvo en la puerta pero no podía llamar a ella pues el atravesar objetos seguía siendo un conflicto para él.

—¿Shousuke? —lo llamó en voz bastante alta, no importaba su volúmen, al final del día solo él podía oírlo.

No hubo respuesta del otro lado y lo único que podía escuchar del otro lado era el sonido de la llave del grifo llenando la tina. Un tanto indenciso pensó en alejarse, sin embargo, prefería pasar por un momento incómodo antes de permanecer con la duda de si Shousuke se encontraba bien o no, respiró profundo (o al menos hizo como si respirara) y se armó de valor antes de atravesar aquella puerta con los ojos cerrados.

—¿Shousuke? ¿Estás aquí?

—Ah —lo escuchó exclamar fue más como un jadeo de sorpresa que otra cosa.

Lentamente abrió sus ojos, esperaba verlo en un mal estado, pero, la escena que se encontraba delante de sus ojos superó sus expectativas por mucho, dejándolo horrorizado al borde del llanto de haber sido físicamente posible.

—Kei...

Lo escuchó murmurar, su voz era débil al igual que la sonrisa sobre sus labios ¿Estaba orgulloso de sus acciones? sus muñecas sangrando, manchando la tina y tiñeando poco a poco el agua que no dejaba de salir del grifo, era obvio lo que sucedía, sobre todo porque la navaja aún estaba entre sus dedos a nada de caerse pues probablemente su fuerza física también se estaba desvaneciendo.

—No, no, no —se acercó con rapidez intentando sacarlo de la tina pero era inútil, el cuerpo de Shousuke era demasiado pesado y la fuerza en su estado fantasmal era casi inexistente.

—Está bien —aseguró con su voz cortada—, es lo que debo hacer ¿No? —jadeaba en ocasiones intentando obtener el suficiente aire como para hablar—, si quiero estar contigo —pausa— si quiero que estos momentos nunca —se pauso una vez más— terminen —su pecho dolía, sus ojos estaban rojos e hinchados por tanto llorar.

¿Qué te estoy haciendo? Fue el pensamiento de Kei en ese instante. Ni siquiera dudó, escuchó las palabras de Shousuke y eso fue más que suficiente como para saber que no era correcto, que esa no era la vida que deseaba para el chico que tanto amaba. Deseaba salvarlo, quería más que nada poder mantenerlo con vida y con ese persistente anhelo en mente se apoderó del cuerpo de Shousuke, el dolor en las muñecas era infernal, una vez más comenzó a llorar pero no se detuvo a solo eso; reunió las pocas fuerzas que le quedaban al cuerpo de Shousuke y junto a ellas todo el deseo por vivir que su alma tenía, deseo que se había desvanecido del alma de Shousuke en esos momentos.

Salió de la tina, el agua ligeramente teñoda de rojo lo hizo querer vomitar, en general, todo el escenario del baño le generaba eso y es por ello que no se detuvo a apreciarlo. Sus pies se arrastraron casi resvalando, sentía como se tambaleaba con cada paso y el mundo comenzaba a darle vueltas, abrió la puerta del baño, eso podría haber sido suficiente para ser visto, pero necesitaba ayuda inmediata, no había tiempo para esperar a que lo encontraran derrumbado. Caminó dejando un camino formado por chorros de agua y algunas gotas de sangre detrás suyo, lloraba y sus sollozos no se molestó en pcultarlos ¿Era el dolor físico o el dolor del alma lo que estaba actuando en ese instante? quizás ambos.

Su voz apenas era audible, pidió ayuda al menos dos veces, pero su volúmen no era el suficiente para llegar al comedor donde se encontraban todos. Se recargó contra la pared cuando sintió que el cuerpo no soportaba más, por suerte ya se encontraba a la vista del resto de la familia.

—A...ayuda.

Fue lo único que alcanzó a decir antes de desplomarse en el suelo entre el pasillo y el comedor siendo el grito de Shuuko lo último que escuchó antes de perder la conciencia.

MI ROOMIE ES UN FANTASMA | KOMI SHOUSUKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora