La enemistad entre Harry y Amara no era fácil, no cuando todo había comenzado por un pequeño mal entendido y menos cuando el mejor amigo de ambos era Mitch Rowland.
Y si a Harry no le agradaba mucho Amara, ¿Entonces por qué escribió tantas cancione...
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A Harry le comenzó a faltar la respiración.
Con cada paso que daba parecía que sus pulmones iban a estallar en su pecho.
Sus manos sudaban y se sentía realmente mareado, pero aún así siguió corriendo como si su vida dependía de ello. Aunque en cierta forma era verdad.
Nunca le había tocado presenciar una anécdota tan horrible como lo era ser casi asaltado en plena oscuridad en una calle poco transitada de Londres.
—Mierda, mierda y más mierda... — maldecía mientras que con torpes movimientos buscaba en su bolsillo las llaves de su casa, justo cuando iba doblando hacia Hampstead Heath.
Todavía tenía en su memoria la frialdad de aquellos hombres que pedían su celular, los nervios recorrían su piel en tan sólo recordar en cómo uno de ellos había sacado un cuchillo con la intención de amenazarlo y cómo todos se reían al ver el miedo plasmado en su rostro.
De todas formas, habían sido cuatro contra uno. Harry pensó que era su fin y todo por sólo un estúpido aparato.
Definitivamente era el peor día de San Valentín en su vida.
Su vista era cada vez más borrosa debido a las rebeldes lágrimas que amenazaban con salir y la falta de oxígeno que recibían sus pulmones, y cuando creía que su día no podía ir peor, es entonces que su cuerpo choca con otro en un movimiento brusco y desprevenido.
Le costó un par de segundos en enterarse de que se trataba de una chica, quién no hizo más que lanzar una insolencia y un quejido debido al choque.
—¡Hey!— ella protesta.
Harry iba a pedir disculpas pero entonces la ve con una cámara fotográfica en manos, la correa de esta misma estaba alrededor de su cuello y el aparato tenía la pantalla encendida en señal de que ella había tomado una foto recién.
—¿Quién eres y por qué estás tomando fotos?— él pregunta con dificultad— He dicho mil veces que está prohibido sacar fotos en el sector.
Y era verdad. Él y su manager habían quedado en el acuerdo de que ningún paparazzi podía sacar fotos en la avenida en dónde vivía Harry por asuntos de neta privacidad, de hecho habían pagado una buena cantidad de dinero para que eso se respete.
—Y-yo... — ella intenta explicar con claro nerviosismo en su voz.
Por supuesto que había una razón lógica por la que ella estaba ahí con su cámara, con su lente apuntando a la bonita estructura medieval de la calle.
Pero el famoso cantante la pilló tan de imprevisto que ni siquiera podía explicar.
—Te hice una pregunta— inquieto, Harry vuelve a preguntar. Él miró hacia todos lados antes de volver su atención a la chica frente a él quién aún sostenía el aparato.
